La Stasi pide amnistía a cambio de silencio
Los ex agentes de la RDA amenazan con vengarse si se les persigue
La imagen era realmente inquietante. Apretados en la esquina de una mesa de comedor, cuatro generales de la Stasi, impecablemente vestidos de civil, aparecieron por televisión en el programa de la cadena RTL Spiegel TV para explicar la oferta que habían hecho al Gobierno de Bonn. Se trataba de Werner Grossmann, último jefe del departamento de espionaje (HVA); Wolfgang Schwanitz, último titular del Ministerio de Seguridad del Estado y sucesor de Erich Mielke; Gerhard Niebling, director del grupo de coordinación central, y Heinz Engelhart, el hombre que sustituyó al mítico Markus Misha Wolf -ahora en Moscú- y último jefe supremo del espionaje de la RDA.Los generales aseguraron conocer los nombres de fuentes todavía ocultas dentro de la Administración de Bonn y en la Alianza Atlántica, y ofrecieron "usar su influencia" para convencer a los numerosos agentes que siguen escondidos -y supuestamente activos- para que se entreguen. El trato que habían propuesto en una carta dirigida al ministro del Interior, Wolfgang Schäuble, era claro: amnistía y reconocimiento de las pensiones para sus antiguos oficiales.
Como explicó Grossmann: "Me gustaría mantener silencio sobre información interna que podría causar un gran daño al Estado si llegara a ser conocida y dañar también a individuos concretos". Schwanitz fue más específico, y desde la pantalla lanzó una llamada a sus antiguos subordinados. "Me gustaría usar esta oportunidad", dijo, "para decirles: manteneos en calma, no os dejéis provocar ni os metáis en acciones mal concebidas". Los generales se quejaron de que, "por el momento, la respuesta de Bonn no es todo lo positiva que desearíamos", mientras que el ministro del Interior, confinado en una silla de ruedas desde que un loco solitario le dañara la médula espinal de un disparo, mantenía en cl mismo programa la imposibilidad de que un Estado de derecho se plegara a una extorsión de este tipo.
Acuerdo poco secreto
Otras fuentes afirman que Bonn intenta llegar a un acuerdo, aunque hubiera preferido mantenerlo en absoluto secreto. Lo cierto es que los descubrimientos de espías dentro de la Administración habían remitido últimamente.
La polémica sobre los colaboradores de la Stasi también habla remitido desde que se cerrara el caso de Lothar de Maiziere, el último primer ministro de la RDA. Todo el mundo parecía haberse olvidado de los profesionales, pero el asesinato de Detlev Rohwedder, de un solo disparo efectuado a través de la ventana del salón de su casa en Düsseldorf, levantó la liebre. Pese a que se lo atribuyó inmediatamente la Fracción del Ejército Rojo (RAE), todos los expertos coincidieron en que se trataba de una acción un tanto insólitá para un grupo de estas características. El asesino tenía que ser necesariamente un tirador de élite y éste sólo podía provenir de la oficialidad de la Stasi. La relación entre los servicios secretos del Estado comunista alalemán y la RAF y otros grupos terroristas, especialmente grupos palestinos, era bien conocida. Incluso se ha dicho que la propia RDA había recibido entrenamiento.
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