La exploración de nuevos mundos

AYER SE cumplieron 30 años del primer vuelo espacial en el que, también por primera vez, un ser humano escapaba brevemente de la gravedad terrestre. Aquel modesto salto de Yuri Gagarin, modesto desde la perspectiva actual, conmocionó al mundo en los inicios de lo que se llamó la década prodigiosa y abrió un nuevo capítulo en la historia de nuestra especie.Las expectativas de un rápido progreso en la exploración del espacio creadas por la hazaña del cosmonauta soviético han sido, en el transcurso de esos 30 años, satisfactorias y fallidas al mismo tiempo. Satisfactorias porque los vuelos tripulados se sucedieron con inusitada rapidez, cada vez más ambiciosos, hasta culminar al final de esa misma década con la concreción de uno de los sueños más significativos del ser humano: la presencia de un hombre en la Luna y su regreso a nuestro planeta. A ellos siguieron una impresionante serie de misiones no tripuladas de exploración espacial, cuyos ejemplos más espectaculares fueron las sondas Mariner, Voyager, Magallanes o Galileo, dirigidas a los planetas que constituyen nuestro sistema solar, o las distintas lanzaderas y estaciones orbitales que desarrollan actividades en el ámbito de las comunicaciones, de tipo científico o, desgraciadamente y con frecuencia, militar.

Pero al mismo tiempo, el impulso inicial ha decrecido, especialmente en relación a los vuelos tripulados. A ello han contribuido factores de todo tipo, desde algunos accidentes trágicos, sobre todo la explosión del transbordador Challenger en 1986, con un trágico resultado de siete muertos, hasta la cuantificación del enorme coste económico de los distintos proyectos. A las dificultades y peligros que supone el pasar de una misión lunar a una planetaria hay que añadir los importantes cambios que se han producido en la. política internacional.

En el caso europeo, dichas transformaciones han supuesto un nuevo planteamiento presupuestario por parte de Alemania, socio importante de la Administración Europea del Espacio, cuyo esquema de prioridades se ha visto alterado por la integración de la antigua República Democrática Alemana. Tampoco se debe olvidar el hecho de que la investigación espacial es probablemente uno de los fenómenos en los que la interrelación de proyectos, la dependencia encadenada de unos planes con otros, condiciona radicalmente el ritmo en los avances. Ésas son algunas de las razones que explican el que el esfuerzo se concentre hoy casi exclusivamente en la preparación de ingenios no tripulados pero de una complejidad y una adaptabilidad notables, mientras se posponen los vuelos tripulados a los planetas más cercanos.

Sea como fuere, casi sin damos cuenta, se está abriendo una nueva y excitante etapa en nuestra historia. Una etapa en la que, todavía con torpeza, ensayamos la salida al espacio exterior y la exploración de nuevos mundos, esta vez situados fuera de la redondez de la Tierra.