_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Hijos

Toda separación matrimonial es traumática, salvo excepciones, pues lo que empieza por un proyecto de reordenación de las vidas respectivas, un propósito de afrontar la separación de forma civilizada, acaba siendo una batalla por la guarda y custodia de los hijos.La batalla puede ser campal, porque saben los cónyuges que quien no tenga la guarda y custodia de los hijos es como si los hubiera perdido. Los jueces acostumbran a establecer que los hijos estén un fin de semana cada 15 días con el padre con quien no conviven, lo cual equivale a que padres e hijos acaben convirtiéndose en unos perfectos desconocidos.

Seguramente los jueces no han encontrado fórmula mejor que esa para conciliar el derecho del "otro" padre a estar con sus hijos y la estabilidad de éstos, pero si su propósito hubiera sido el contrario habrían acertado plenamente, pues régimen de visitas peor que ése no es capaz de concebirlo la mente humana.

La gente suele venir al mundo con un padre y una madre, recibe de ambos el cariño, la instrucción y el modelo de ser humano que pueden darle, y de su síntesis resulta una personita formada para la vida. Claro que no todo es tan sencillo, y ocurre a veces que los padres se tiran los trastos a la cabeza y acaban separándose. Obviamente contra los hijos no hay nada, lo normal es que quieran seguir educándolos y disfrutando de su companía. Y aunque separados ya no será igual, alguna fórmula debe de haber que se adecue a sus circunstancias personales. Pero he aquí que los jueces tienen la suya, y ésta consiste en que uno de los cónyuges asuma su paternidad, mientras relegan la del otro a la categoría de visita. Y si de esta bonita manera los hijos se que dan sin padre y, como consecuencia, resultan confusos, traumatizados y resentidos, con decir "los hijos de padres separados, ya se sabe", asunto concluido.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_