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Cae la última ficha del dominó

Albania celebra el domingo las primeras elecciones multipartidistas de su historia

Albania, un pequeño Estado adriático exótico y misterioso en plena Europa, celebra el domingo las primeras elecciones generales de su historia y consuma en ellas la liquidación de los principales dogmas del régimen estalinista, que, bajo el gran timonel Enver Hoxa primero, y su sucesor, Ramiz Alia, después, rigió el país de forma implacable en miseria, oscurantismo y represión durante nueve lustros. El régimen de Tirana no se ha podido hurtar al desmoronamiento general de sistema comunista registrado hace dos años en Europa oriental.

Aunque lentamente, el presidente Alia ha tenido que ceder a la presión de su población y a las realidades económicas internas y políticas externas. Desde que comenzaron las primeras movilizaciones de protesta anticomunista y en demanda de emigración en julio de 1990, el jefe del Estado y del entonces aún monopolista Partido del Trabajo de Albania ha tenido que autorizar la práctica religiosa -prohibida desde 1967- y el multipartidismo -liquidado ya durante la Segunda Guerra Mundial- y emprender el camino de la integración internacional tras su larga travesía por el aislamiento político, económico e ideológico.

El desmoronamiento del régimen, que Alia intenta evitar, es imparable. Ayer, 23 destaca das personalidades del régimen, dirigentes del partido, periodistas y diplomáticos anunciaron su salida del Partido del Trabajo.

Cinco partidos y más de mil candidatos concurren a estas primeras elecciones en que el Partido del Trabajo no logrará aquellos 99,9999% de los votos que sugerían la existencia de un valeroso albanés que votaba insistentemente en contra de los comunistas, nadie sabe cómo.

Policía y carteles

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Dada la tradición del país, a nadie extraña que el PT utilice a la policía de uniforme para arrancar en pleno día los carteles electorales de sus rivales políticos. Tampoco sorprende que los cuadros comunistas y jefes de cooperativas y empresas adviertan a los trabajadores sobre las consecuencias catastróficas de que serán responsables los votantes de la oposición, ni que el periódico oficial Zeri i Popullit tache de "agentes extranjeros" a los líderes democráticos.

El principal rival del PT (comunista) es el Partido Democrático, fundado tras las protestas estudiantiles en noviembre pasado, que asegura tener 100.000 miembros. Los resultados son imprevisibles dada la ausencia de todo precedente democrático y la imposibilidad de realizar un sondeo fiable en un país con una tradición política tan represiva.

Exceptuando a intelectuales y estudiantes en Tirana y alguna otra ciudad como Shkodra, difícilmente un votante de partidos de la oposición expondrá su intención de voto. Es posible que se imponga la lógica balcánica, en la que las primeras elecciones las gana por amplio margen el partído gobernante, gracias a su aparato, infraestructura e influencia sobre la inmensa mayoría de la población agrícola y obrera.

Para ello no es necesario que el poder recurra a la manipulación directa del voto. En todo caso, varios centenares de observadores internacionales vigilarán el proceso electoral para que ésta no se produzca. Sin embargo, puede haber sorpresas. La miseria generalizada en que ha sumido al país la política estalinista y aislacionista ha provocado una inmensa indignación hacia las capas dirigentes y un descontento que se refleja en la gran presión emigratoría de los últimos meses.

Información exterior

El acceso de los albaneses a información exterior, a través de la televisión italiana, de emisoras occidentales en albanés o de los cada vez más frecuentes contactos con extranjeros en el interior han roto el monopolio de la información, ya inoperante en los últimos años por su alejamiento de la realidad.

El PT ha tenido que cambiar de hábitos ante la aparición de competencia política. Las alusiones de Ramiz Alia al marxismo-leninismo y a Enver Hoxa se han reducido drásticamente.

También ha pedido a los cuadros del partido que "salgan a convencer a la gente", esfuerzo hasta ahora innecesario. La oposición ha denunciado sus previsibles dificultades para llegar al electorado. Aunque en las grandes fábricas la oposición esta organizada, la capacidad de presión del aparato comunista es aún inmensa.

Las elecciones son en todo caso un punto de inflexión en la dramática historia de Albania. Aunque obtenga la mayoría absoluta el PTA, la descomposición del sistema seguirá adelante, acelerada por la caja de resonancia de posturas de disenso que será el Parlamento.

La situación del país es desastrosa y garantiza convulsiones sociales y políticas en los próximos meses. Es improbable que se reduzca la presión migratoria que tanto preocupa a sus vecinos. Como en el Congreso de Berlín de 1878, Albania lucha ahora por integrarse en Europa. Sus posibilidades de lograrlo y dejar atrás medio siglo de desdichas son hoy mayores que entonces.

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