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La vuelta de los templarios

La orden medieval, readmitida en la comunidad cristiana de Oriente

Juan Arias

La orden militar de los templarios, nacida en 1199 para defender de los bandidos a los peregrinos que viajaban a los Santos Lugares de Jerusalén, ha vuelto a levantar cabeza cuando parecía relegada al olvido. Los templarios han sido readmitidos en la comunidad cristiana de Oriente y se espera que se produzca en breve su rehabilitación en el Vaticano casi 700 años después de que fueran disueltos.

Los templarios de ahora aprovecharon el reciente encuentro en el Vaticano del papa Juan Pablo II con el patriarca oriental católico, de Jerusalén, su beatitud Michel Sabbah, para lograr una entrevista con este último.El gran preceptor de la orden de los templarios, Rocco Zingaro de San Fernando, una especie de Federico Barbarroja, vestido de cruzado de los pies a la cabeza, con espada al costado, túnica blanca y cruz patriarcal roja sobre el pecho, se le echó de rodillas al patriarca pidiéndole la bendición.

En su cartera llevaba escrito "un pacto de paz y de fe" con el patriarca. Momentos después convocaba a las agencias de prensa para comunicarles el acontecimiento con estas palabras: "Después de 679 años del decreto de disolución de los templarios, que tuvo lugar con la bula pontificia Vox clamantis, de 1312, el supremus ordo acaba de ser reconocido digno de bendición y protección por parte de la iglesia cristiana de Oriente". Y añadió: "Su beatitud el patriarca de Jerusalén ha firmado un documento por el que los templarios vuelven a ser admitidos en la cristiana de Oriente".

Ahora, el problema sobre el que discuten los historiadores es si basta esta aceptación de los templarios por parte del patriarcado de Jerusalén sin el visto bueno también del Papa de Roma, para que puedan renacer jurídicamente.

Soldados y monjes

Los templarios eran, en la Edad Media, verdaderos soldados y monjes, que hacían los votos de los religiosos y que dependían de la Santa Sede. Dividían sus actividades entre la oración y el combate militar. Pero llegó un momento en que sus monasterios, por la fuerza de su importancia económica, se convirtieron en verdaderos bancos y acabaron compitiendo en riqueza con los grandes monasterios europeos.En 1307 Felipe el Hermoso de Francia los hizo encarcelar en masa y les condenó a la hoguera con procesos sumarísimos, y más tarde el papa Clemente V decretó la disolución de la orden. Pero nunca desaparecieron del todo. Por ejemplo, en Italia Rocco Zingaro ha seguido considerándose el gran preceptor de la orden, con unos 1.000 súbditos, con sede en Roma, en la bellísima colina del Aventino, donde figuran como asociación afiliada a la Cámara de Comercio.

Rocco estima que la orden siguió en la clandestinidad tras haber soportado duras persecuciones y está convencido de que existen sobre los templarios muchas inexactitudes históricas, así como que también la orden de los jesuitas fue disuelta por el Papa, pero después volvió a renacer.

Ahora los templarlos, los antiguos soldados del Papa, al amparo de la guerra del Golfo, con su sabor de cruzada religiosa, han vuelto a levantar cabeza y tienen previsto publicar un libro-informe, que van a enviar a Juan Pablo II y al presidente de la República Italiana, Francesco Cossiga, de quien los templarios italianos conocen muy bien su debilidad por las órdenes militares, por los uniformes y las banderas.

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