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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Corazón blindado

UN NIÑO de 12 años que acababa de jugar un partido de fútbol fue alcanzado el pasado domingo, en San Sebastián, por la metralla de una bomba accionada por ETA, y ahora los médicos intentan que pueda volver a caminar. El jueves, en Bilbao, otra bomba explotaba a las puertas de una guardería. Dado el sistema empleado, de haber ocurrido la explosión unos minutos más tarde es seguro que a los 16 niños fallecidos en los últimos 15 años a consecuencia de atentados terroristas habría que añadir varios más. ETA es una organización que mata y mutila niños. También mata adultos. Un guardia civil y un paisano en esos dos atentados. Aparte de matar, ¿qué otra cosa hace ETA?: escribir papeles en los que se teoriza la necesidad imperiosa, la inevitabilidad, de esta siniestra lucha armada.La discusión sobre si existen o no disensiones en el mundo de ETA y de HB se reduce, entonces, a saber si, además de Esnaola, habrá otras personas pertenecientes a ese sector de la población vasca que hayan comprendido que el dolor de las víctimas y de sus allegados está justificado. Resulta difícil de creer que su corazón esté tan blindado que no sientan un estremecimiento ante tanto dolor inútil. Pero mientras sigan dando su apoyo -electoralo coral: "ETA, mátalos"- a los asesinos no tendremos más remedio que asimilarlo, por más que personas aparentemente cuerdas sigan empeñadas en distinguir aspectos positivos y negativos en la acción de ETA o en el silencio de sus portavoces civiles. Personas que no dudan en beneficiarse de las ventajas que el sistema democrático les ofrece -por ejemplo, en el terreno de la libertad de expresión- y pretenden a la vez pasar por feroces críticos del mismo, y que se las apañan para hacer compatible el rechazo moral a toda violencia y la justificación política del recurso (por parte de otros) a métodos como los que han acabado con la vida del guardia Luis Aragó y del paisano Manuel Echevarría, y mutilado al niño Diego Montes.

El obispo de Bilbao ha hablado de "crímenes contra la humanidad", y el de San Sebastián ha exhortado a los actores de la violencia a "tener la valentía de dejar de matar". El llamamiento podría hacerse extensivo a quienes no se atreven siquiera a condenar los crímenes que sus amigos cometen, escurriendo el bulto con argumentos como que todo se debe a una "campaña de desinformación" o que hay que "ir al fondo del problema". Como si fuera posible hallar causas que justifiquen el silencio sobre los 16 niños y cientos de adultos asesinados por ETA.

Porque no hay justificación posible para tales crímenes, las autoridades francesas se comprometieron hace años a colaborar con las españolas en la persecución, detención y puesta a disposición de la justicia de quienes los organizan y ordenan desde el país vecino. Último fruto de esa colaboración ha sido la detención en Biarritz de José Arkautz, Josu de Mondragón, considerado por la policía española como el actual número dos de ETA. Mientras sus amigos preparaban la respuesta -dos bombas en Bilbao, otra más en Madrid y un secuestro que resultó fallido-, la dirección de HB emitía un comunicado en el que se afirma que detenciones como la de Arkautz no son "la vía que pueda llevar a la normalización del pueblo vasco" y que una mayor colaboración de Francia en la lucha contra ETA supondría llevarnos a un callejón sin salida".

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En él están hace tiempo ETA y HB. Pues, aunque los activistas sigan matando y los otros callando, los efectos de esa locura se agotan en el espanto que producen, sin que se sigan de ellos consecuencias políticas o de otra índole. Por ello, de ser cierto que las disensiones manifestadas en el seno de HB son sólo el reflejo de las existentes en el interior de ETA, la mejor manera de favorecer el decantamiento hacia el campo democrático de los sectores que dudan sigue siendo el mantenimiento de la firmeza del frente de rechazo a la violencia. Y, al revés, cualquier concesión o vacilación por parte de las fuerzas democráticas será interpretada por los partidarios de seguir en la brecha como un estímulo para persistir en lo mismo.

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