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TRIBUNALES

Una psiquiatra violada identifica a su agresor por una herida en el pene

La Audiencia Provincial de Segovia ha condenado a Luis Calvo María, de 49 años, albañil, vecino de San Rafael (Segovia) a una pena de 20 años de reclusión menor, como autor de un delito de violación. También se condena al procesado a indemnizar a la víctima, una psiquiatra de 38 años, con un millón de pesetas. La mujer violada identificó a su agresor, que actuó con la cara tapada, por determinados rasgos físicos.A la hora de identificar al autor, según recoge la sentencia, de la que ha sido ponente el titular de la Audiencia segoviana, Cándido Conde-Pumpido Tourón, se han tenido en cuenta señas características descritas por la víctima, comprobadas por el médico forense en el recocimiento físico que practicó al acusado, como que éste tenía un arañazo o rasguño en el muslo derecho, a la altura del tercio superior, un mechón de pelo aislado en el centro del pecho y una pequeña herida en el glande, que sólo era visible cuando se retiraba la abundante piel que cubría el mismo. Según la sentencia estas señas físicas específicas únicamente podían haber sido observadas por una persona como la víctima, "que sobreponiéndose al terror, fijó su atención en rasgos que permitiesen identificar a su agresor", cuyo rostro llevaba tapado.

Amenazas

Los hechos ocurrieron el 7 de julio de 1990, en la carretera del monte Gudillos, en San Rafael (Segovia). A últimas horas de la mañana, la víctima, cuyo nombre corresponde a las iniciales de B. A. G., médica psiquiatra, se encontraba paseando por el lugar de los hechos, próximo a su residencia veraniega. Luis Calvo vio sola a la víctima, concibiendo la idea de realizar el acto sexual con ella. Tras esconder su coche detrás de unos árboles, portando un chubasquero, sin pantalones, ocultando su faz con un pañuelo, con la capucha del chubasquero y una visera cubriéndole la cabeza, así como unas gafas de sol, abordó a la mujer y le mostró una navaja diciéndole: "Calla y no grites que te pincho".Calvo introdujo a su víctima en la espesura del monte, donde había gran densidad de pinos. Allí el procesado le ordenó que se quitara toda la ropa, obligándola a tirarse al suelo, una vez desnuda, mientras le exhibía una navaja, y le decía que la Guardia Civil le buscaba por matar a una mujer. Consumada la violación, el procesado dijo a su víctima que si decía algo la buscaría y la mataría. No obstante, la mujer denunció los hechos a la Guardia Civil ese mismo día.

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