Apagón informativo
Con todos mis respetos desearía que algún responsable autorizado de EL PAÍS me aclarara si la censura militar" -o el "apagón informativo" como eufemísticamente gusta de denominarse- relativa a ciertos acontecirmentos en la guerra del Golfo se ha hecho extensible a determinados aspectos de la vida social y, política de Euskadi.Me refiero en particular al tratamiento informativo que EL PAÍS concedió a la manifestación del día 23-F, convocada por la denominada Coordinadora Lurraldea, en defensa de una alternativa al proyecto institucional de la autovía que una Navarra con Guipúzcoa, una semana después de que en la misma capital se realizara otra en defensa de dicho proyecto.
Podría relativizarse el relieve que concedieron sus páginas a uno y otro acontecimiento, discriminatorio para quienes defienden un proyecto alternativo, si no fuera por el silenciamiento del nada despreciable dato de que a la segunda convocatoria acudió un número superior de manifestantes, hecho reconocido por otras fuentes informativas nada sospechosas de connivencia con la llamada coordinadora. Máxime cuando EL PAÍS tuvo especial interés en destacar de la primera el innegable carácter histórico (amén de "derrota política de HB") de ser la, hasta ahora, mayor manifestación celebrada en San Sebastián.
Si ustedes lo creen conveniente, están en su perfecto derecho de editorializar (como lo ha hecho otro diario de ámbito local) acerca de la escasa o nula significación que posee la desigual (o igual, en el peor de los casos) asistencia a una u otra convocatoria, aun partiendo de la evidente desigualdad en los medios de emplazamiento a la población. Si así lo creen pueden también sostener que la representación política elegida en las urnas confiere una carta de naturaleza democrática a la hora de tomar las grandes decisiones, superior a cualquier otra fórmula, plebiscitaria o de consenso, a las cuales se apela desde otras posiciones.
Lo que resulta particularmente desolador, desde la certeza de la amplia difusión de EL PAÍS y la reducción de las fuentes informativas a RTVE y poco más, es la constatación de una actitud (desgraciadamente compartida) consistente en silenciar la magnitud de una problemática cuyo carácter cualitativo guarda una importante relación con su dimensión cuantitativa. Cuestión que, en tanto que se refiere a dos actos sociales que tuvieron una proyección encontrada, sólo se magnificó en uno de ellos (el primero), reduciendo el alcance del segundo.
Si EL PAÍS, en aplicación de su carácter independiente, apuesta por utilizar, en relación con los sucesos procedentes de una zona tan problemática como Euskadi, criterios análogos a los que utilizan las fuerzas multinacionales para dar cuenta de las bajas propias y de las repercusiones colaterales de la guerra del Golfo en la población civil, debe ría, como mínimo, consignarlo en su Libro de estilo para que al menos pueda dotarse el lector de sus propias claves interpretativas de la información que ustedes su ministran.-
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