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GENTE

Francesco Cossiga,

de 60 años, presidente de la República Italiana, ha conseguido revolucionar a sus paisanos, nada pacatos por cierto, con unas declaraciones tan herméticas como sorprendentes en un político democristiano y católico practicante. Cossiga, en una reciente charla con los periodistas, se atrevió a analizar las aportaciones al movimiento comunista de Palmiro Togliatti y del propio Gramsci calificándolas de "tonterías". El verdadero objetivo de los obreros, vino a decir, es "tener las ideas claras sobre la sexualidad en la política". El presidente italiano, que últimamente arremete contra todo el mundo, incluido el corresponsal de la agencia británica Reuter, que osó calificar de "simbólica" la aportación de Italia a la guerra del Golfo, pretendía con tan curiosa frase atacar al nuevo presidente del Partido Democrático de la Izquierda (el ex PCI), el catedrático de Derecho Stefano Rodotà, que nunca fue comunista. "Si ese señor es de izquierdas", comentó el jefe del Estado italiano, recordando las raíces burguesas del famoso jurista, "yo soy un brigadista rojo y deberían llevarme a la cárcel". La respuesta de Rodotá fue irónica: "Me preocupa la salud de Cossiga. No entiendo lo que ha querido decir, a no ser que se refiera a que sin el movimiento obrero en Italia estarían aún prohibidos el divorcio, el aborto y los anticonceptivos".

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