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"No sé a qué hora llegaré"

30.000 pasajeros de Barajas quieren saber la verdad de los retrasos de sus vuelos

El aeropuerto de Barajas ha cambiado su imagen dinámica por un paisaje de caras de hastío. La centralita telefónica de la terminal nacional registra 1.000 llamadas diarias con la misma letanía: "Estoy en Barajas. No, todavía no sé a qué hora llegaré. Te volveré a llamar". Montse, desde la farmacia del aeropuerto, dice que ha vendido más aspirinas que nunca. "La gente, con los retrasos, tiene dolor de cabeza".

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Las salas de espera están repletas de gente leyendo o durmiendo, que levanta los ojos al techo al escuchar las tres notas musicales que preceden cada anuncio de un nuevo retraso. En los dos últimos días, de 25.000 a 30.000 pasajeros del aeropuerto se vieron afectados por los retrasos.Un periodista deportivo de un periódico portugués se come un par de huevos duros después de descubrir que no va a llegar a tiempo a Sevilla para la inauguración de los Campeonatos del Mundo de pista cubierta. Su retraso en llegar desde Lisboa contrasta con las pruebas de velocidad que va a presenciar finalmente, ya que incluso los atletas participantes han resultado afectados por el descontrol y demoras en los vuelos.

Periódicos gratis

"Juro que cuando Iberia pierda el monopolio no viajaré ni una sola vez en sus vuelos", declara rotundo un catalán que para pasar un día de trabajo en Madrid ha empleado siete horas y media en aeropuertos. De nada vale que la compañía asegure, incluso a través de anuncios en la prensa, que nada tiene que ver con los retrasos, cuya responsabilidad depende exclusivamente de la torre de control. Los viajeros asocian aeropuerto con Iberia. El anuncio de la compañía aérea en el sentido de que iba a poner a disposición de los pasajeros "una serie de servicios" sólo dejaba una huella: se repartían en información periódicos gratis. Las dependientas de los quioscos del aeropuerto explicaron ayer que los retrasos provocan una mayor venta de periódicos y que, "de paso, quien se lleva prensa, se lleva un libro o una revista".Un grupo de trabajadores de la ONCE se considera afortunado por poder esperar "entre amigos" a que salga su avión, con destino a Sevilla, "por motivos de trabajo".

Un chaqueta roja, que ha soportado con estoicismo las quejas de "miles de pasajeros durante los últimos días" reconoce que normalmente tiene que mentir. "Damos a los pasajeros la versión que nos da Aviación Civil sobre congestión de vuelos, malas concliciones climatológicas, pero en realidad pienso que hay una huelga de celo encubierta en el centro de control de Torrejón" añade. Este supuesto ha sido desmentido repetidamente por los trabajadores que sólo reconocen que el fallo de los sistemas les hace admitir menos vuelos y que esto produce retrasos.

Tres jugadores de baloncesto del Gran Canaria esperaban en el aeropuerto para viajar a San Sebastlán para jugar hoy un partido. Desde que empezaron los retrasos de la última semana, no se fían de que su vuelo vaya a salir a su hora, pero "la esperanza es lo último que se pierde".

En una de las cafeterías, refugio temporal de algunos malhumorados pasajeros, cuatro ejecutivos de la construcción han comprado una baraja y están jugando al mus, con palillos como amarracos, para paliar el retraso. "Estoy hasta las narices", asegura uno de ellos. "Mi trabajo me obliga a viajar por lo menos una vez a la semana, y aunque últimamente sustituyo en ocasiones el avión por el co che, hay veces que no puedo evitarlo y me chupo unas esperas increíbles". Un pasajero embarcaba ayer encantado. "Esto va estupendamente: sólo ha sido media horita de retraso".

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