_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Aplastamiento

La protesta contra la guerra del Golfo fue por el hecho mismo de la guerra, solución dificilmente tolerable y jamás deseada a estas alturas del siglo XX. Pero también fue porque no iba a ser guerra, sino aplastamiento inexorable de la nación iraquí, incapaz de sobrevivir al terrible potencial bélico que le iba a caer encima. Y así ha sido, finalmente. El ejército de Sadam Husein ni siquiera tenía el armamento que decía la propaganda occidental, carecía de capacidad de respuesta, estaba formado por una tropa de aspecto famélico, mal pertrechada y en alpargatas.Sin embargo, lo importante para Estados Unidos y sus aliados no era únicamente declarar la guerra, luego ganarla, sino contársela al mundo de forma que la encontrara justa, le pareciera bonita, le resultara convincente y justificara el nuevo orden que ha de venir. Y no tuvieron ninguna dificultad para conseguirlo, pues ya es sabido que la historia la escriben los vencedores, naturalmente a su gusto y conveniencia.

Ahora habrá de venir ese nuevo orden, y en su día se verá cuál es en el concierto de las naciones. Mas, para los ciudadanos, empezó con los primeros disparos. No habían transcurrido ni 15 días cuando muchas grandes empresas empezaron a reducir plantillas, y los trabajadores no tenían defensa ante la nueva situación. La doctrina socialista, que fomentó los movimientos reivindicativos de los trabajadores, se había desmoronado curiosamente unos meses antes del conflicto, y las invocaciones a la dignidad que, en nombre de la religión cristiana, hacía el Papa caían en el vacío. Los bienes espirituales sucumbían ante los materiales, y éstos son los que ha consagrado la victoria. La guerra no sólo ha aplastado un ejército insignificante, sino que ha legitimado la ley del más fuerte. Y seguramente éste es el nuevo orden, en el que los valores de la persona humana no cuentan para nada.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_