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El sádico asesinato de Consuelo Torralba

La muerte de una mujer de vida solitaria sigue intrigando a los investigadores

María Consolación Torralba Suinaga, de 39 años, llevaba días sin dar señales de vida. Florentino Encabo Suárez, el portero del número 5 de la calle de San Bernardo, estaba extrañado y decidió comunicar sus temores a la presidenta de la comunidad de vecinos. Cuando ambos entraron en la casa de María Consolación la encontraron caída de bruces en el salón, en medio de un charco de sangre reseca. Presentaba diversos cortes en la vagina, el pubis y el pecho, pero la autopsia no pudo determinar si había sido violada. Ocurrió el 17 de enero de 1989. La policía aún no ha logrado aclarar el crimen.

Los hombres de] Grupo de Homicidios de la Brigada Judicial, como siempre, se encargaron del caso desde el principio. El primer paso consistió en hacer la inspección ocular. María Consolación Torralba yacía boca abajo, vestida con una bata roja, un sujetador, un jersel, unas bragas y unos panties, que tenía bajados hasta las rodillas.Chelo, como era conocida, tenía la cara destrozada por un fuerte golpe que le había producido el hundimiento del cráneo. El forense no logró aclarar cuál fue el objeto utilizado para agredirla, pero la policía piensa que posiblemente fue un grueso jarrón de vidrio que fue hallado fracturado encima de un mueble.

Cuando los agentes dieron la vuelta al cadáver comprobaron que la mujer tenía varios cortes en los órganos genitales, en el pubis y en el pecho. Uno de los cortes, de 15 milímetros de profundidad, se iniciaba en la vulva y ascendía 40 centímetros en dirección hacia el vientre. En el tórax, entre los pechos, presentaba otras heridas que le habían sido inferidas con unas tijeras. En el abdomen había sufrido otras lesiones producidas por un trozo de cristal del jarrón con el que probablemente fue agredida en la cabeza.¿Qué significado tenían estos cortes? La policía no La podido elaborar una hipótesis concluyente, si bien afirma que "sin duda, tiene todos los indicios de ser una especie de ritual de tipo sexual. La autopsia no llegó a aclarar si la víctima fue violada.Junto al cuerpo de Chelo se halló un cuchillo de punta roma, de dientes de sierra, así como el pedazo de vidrio con el que el sádico le causó algunas de las heridas. La casa no estaba desordenada, lo que permite suponer que el criminal no resolvió los cajones en busca de dinero ni otros objetos.Refugiada en la bebidaMaría Consolación, natural de Madrid, llevaba una vida extraña desde que 15 años atrás cayó en las redes del alcohol a raíz de un desengaño amoroso, tras fracasar sus relaciones con un empleado de una inmobiliaria donde ella misma había trabajado como administrativa. Esa historia de desamor y la quiebra económica de su empresa le condujeron a un callejón sin salida. Buscó refugio en la bebida y a partir de entonces su única compañía fue la botella. En dos ocasiones tuvo que ser ingresada en el hospital del Doctor Esquerdo para ser desintoxicada.

Durante una temporada estuvo en Valencia cuidando a una anciana, hasta que ésta murió y ella se quedó sin empleo. Desde entonces, apenas mantenía contacto con nadie. Uno de los pocos lugares que frecuentaba era el bar El Porche, donde prácticamente solía entrar a diario para comprar un bocadillo que después comía en su domicilio, situado a pocos metros de dicho establecimiento.

Chelo había roto los lazos con su familia y únicamente se reunía a veces con una prima. Su agenda de teléfonos se había quedado parada muchos años atrás: la mayoría de los números anotados, correspondientes a abona dos de Madrid, constaban sola mente de seis cifras. En ocasiones se la había visto charlar con grupos de mendigos y margina dos, a los que alguna vez invitó a su casa, según confirmaron los vecinos del inmueble.

María Consolación Torralba vivía de las rentas que le había dejado su padre, un hombre que disfrutó de una posición económica desahogada. Sin embargo ella se había ido comiendo este patrimonio, incluyendo varios cuadros valiosos y otros objetos artísticos. "Pese a todo, parece que seguía teniendo un buen capital, que incluía acciones en bolsa", comentan quienes mantenían relaciones con ella.

Dos hombres del Grupo de Homicidios se encargaron de las investigaciones del crimen. Interrogaron a todos los familiares de la víctima, a todas las personas que figuraban en su agenda, a los albañiles, electricistas y, carpinteros que habían hecho unas pequeñas reformas en el piso.Prueba de la Cenicienta

La dedicación de los inspectores hacia este asunto fue tal que llegaron al extremo de analizar todos los documentos hallados en el piso de la víctima. Cualquier persona que tuvo alguna relación con la difunta se convirtió en sospechosa. Un zapato encontrado en la casa de Chelo hizo suponer que pertenecía a una pariente suya de Barcelona, ciudad hasta la que se trasladaron los policías para someterla a la prueba de Cenicienta: le hicieron probarse el zapato para ver que no era de su talla.

Los investigadores tampoco descartaron al ex novio de María Consolación, pese a que hacía más de una década que, habían roto su romance. Sin embargo, después de tantos días y, noches de vigilancias y seguimientos, los policías llegaron a la conclusión de que ninguna de las personas controladas tenía las manos manchadas de sangre. Así quedó reflejado en los tres gruesos legajos que hay archivados en la Brigada Judicial de Madrid.

"Creemos que el crimen fue obra de un enfermo sexual. Quizá alguien con apariencia tan normal como el director del banco de la esquina. ¿Por qué no? O probablemente un vagabundo con el que la víctima trabó contacto de forma ocasional", afirma el jefe del Grupo de Homicidios, quien asegura que el caso no está olvidado. "La última gestión se hizo apenas hace un mes", añade. Otra pista seguida por los agentes tenía relación con un trozo de la bata guateada que vestía la víctima, pero tarribién resultó una labor estéril.

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