Juliano el Apóstata
Los mercados están pendientes de que dos millones de hombres batan el cobre en el desierto de la Península Arábiga. El momento de la infantería evoca antiguas gestas asirio-babilónicas, mientras las firmas de inversión se muestran remisas a la hora de tomar riesgos definitivos. En las últimas horas de una semana batida por la espiral del stop and go con avances y retrocesos compulsivos, nadie se atrevía a jugar abiertamente la carta del plan de paz. En opinión de algunos analistas, el fin de la guerra anuncia nuevas incertidumbres causadas por la evolución del dólar.Hace 1.500 años, las legiones de Juliano atravesaron las llanuras de Tracia o Macedonia y congelaron la imagen del inicio de la decadencia a partir del estado calamitoso de una Hacienda incapaz de sufragar los gastos del aparato militar. El fin anunclado del emperador apóstata tuvo su origen en una reforma militar impulsada por Diocleciano, en un momento en que los gastos de armamento secaban las arcas del Imperio sin ninguna compensación el aparato productivo. Las bolsas de aquel tiempo, subastas de mercancías celebradas alrededor de un pilum clavado en el centro de la plaza pública, no descontaban el precio del crudo.
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