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La última oportunidad de Letonia

Los nacionalistas ven en la independencia la garantía para sobrevivir

ENVIADO ESPECIAL "La Unión Soviética no ha ejercido la mínima influencia para imponernos su política. Los rumores sobre la amenaza de bolchevización y ocupacíón soviética de los países bálticos carecen de fundamento". El comandante en jefe del Ejército estonio, Laidoner, tranquilizaba así a los bálticos en un discurso. Corría el mes de mayo de 1940.

No obstante, advertía que "siempre debemos estar preparados para defendernos y luchar por nuestro Estado, por la existencia de nuestro pueblo".Poco después, el Estado que se consideraba razonablemente seguro gracias al pacto de amistad firmado con Moscú, había desaparecido, ocupado y soviefizado tras sólo 20 años de existencia. Otro tanto le sucedía a Letonia y poco después a Lituania. Hoy, más aún que en 1940, estos pueblos bálticos ven en su índependencia como Estados también su última esperanza de supervivencia como pueblo.

"Es nuestra última oportunidad. Sin independencia, pronto nos habremos extinguido como pueblo". Así explica Valdis Berzins, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores letón, la irrevocable voluntad de secesión de la URSS. Los países bálticos se conformarían con la suerte que han corrido los demás Estados surgidos del Tratado de Versalles de 1919, Polonia, Checoslovaquia, Austria, Hungría, Finlandia y Yugoslavia. El siglo XX les impuso duras pruebas, pero con ninguno de ellos fue tan cruel como con estos tres Estados nórdicos.

"Sobrevivir como pueblo" es el elemento nuevo en esta segunda revolución anticomunista en Europa que protagonizan lituanos, letones y estonlos. Estos pueblos han sido testigos de la extinción de otras naciones pequeñas y vecinas. Los prusianos, germanizados en su totalidad; los kuronIanos, letonízados; los semigalianos y los selaníanos, extintos. Dos pueblos quedan en la región como reliquias vivientes que pueden no sobrevivir a este siglo. Los livos son menos de 1.000; los votos viven en unas pocas aldeas junto al río Narva y no llegan a los 200.

Y checos, polacos o búlgaros se enfrentaban a la supervivencia física y cultural de su pueblo. Cuando salieron a la calle lituanos, letones y estonios en enero, lo hicieron para luchar tanto contra el régimen comunista como por su subsistencia.

Entre ámbar y eslavos

La primera época de prosperidad de estos pueblos nórdicos por sus contactos con Roma y el Mediterráneo gracias al comercio del ámbar, tan frecuente en estas costas bálticas, fue interrumpida por las migraciones hacia el Oeste de pueblos eslavos en el siglo III. Aquella migración eslava cortó el desarrollo de los pueblos bálticos. Otras nuevas amenazan con hacerlos desaparecer. "El Báltico ha defendido, pese a ingentes presiones e intentos de asimilación, su carácter específico y sus fronteras históricas", señalaba en 1940 el estonio Harri Moora. Más de medio siglo después, Gundars Preijers, un letón de 51 años, declara que ,,en estos difíciles tiempos muchos se preguntan para qué traer niños al mundo. Yo tengo cuatro, algo hay que hacer si queremos que no desaparezcan los letones".

"El deseo de no convertirnos en una nueva especie humana extinta ha llevado a los letenes a las barricadas", asegura Sniedze Runge en el periódico del Frente Popular, At Moda (Despertar). La sensación del "ahora o nunca" fuerza posturas y radicaliza actitudes. Es patente el miedo a que con una vuelta al pasado en la URSS y la frustración de una independencia que se cree rozar con los dedos se escape la última oportunidad en la historia de supervivencia. Los bálticos ven que no les queda tiempo.

La última crisis comenzó con una ofensiva de la ortodoxia comunista contra los Gobiernos nacionalistas de las tres repúblicas que han declarado, su independencia de la URSS.

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