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Reportaje:

¿Qué fue de los artesanos de Santa Ana?

Los artesanos buscan trabajo tras la desaparición del mercadillo de la plaza madrileña

La plaza de Santa Ana ha sido desde 1981, y hasta hace año y Medio, el único lugar de Madrid donde artesanos y amantes de su arte se encontraban. Después de que la presión de las ordenanzas municipales y los encontronazos con el concejal de Centro, Ángel Matanzo, consiguieran que los artesanos abandonaran a plaza, muchos han tenido que cambiar su profesión por la de mecánico o maestra. Otros intentan sobrevivir en el limbo. Hasta el momento, el rincón de Santa Ana no ha sido reemplazado adecuadamente en ningún otro lugar.

Felicidad Arjona, de 33 años, estuvo en Santa Ana durante cinco años todas las tardes de los sábados vendiendo mochilas de tela. Ahora trabaja como maestra en Rascafría. "Santa Ana fue un periodo importante de mi vida, pero tuve que buscar otro trabajo", explica.Carmen, con 27 años, también ha dejado su profesión después estar cinco años vendiendo marionetas en Santa Ana: "Se me hizo imposible continuar. La plaza era mi punto de confianza y no lograba vender mi artesanía". Ahora trabaja como animadora, para poder mantener a sus dos hijos.

Luis también ha transformado su vida. Trabajaba el cuero, y ahora arregla ascensores. "La culpa la tiene el Ayuntamiento, que expulsa a los artesanos; si no yo continuaría con mi profesión", critica Luis.

"Comprar artesanía es algo especial para el público. En Santa Ana la gente sabía que los productos que veían estaban hechos por sus propios vendedores. Una persona podía encontrar juguetes, joyas, esculturas, ropa, repujados y artículos de papelería, todo hecho a mano", comenta Felicidad. "En otros mercados, como en el Rastro, es difícil encontrar artesanía. En muchas ocasiones el público no sabe distinguir entre lo hecho a mano y único y la producción en serie, que es más barata".

El mercado en la plaza de Santa Ana se inaugura en 1981, cuando Enrique Tierno Galván era alcalde de la ciudad. Mientras tanto, la zonase ha ido transformando en elitista, llenándose de galerías de arte, boutiques y terrazas.

Estrella Alberola, de 28 años, realiza esculturas con cartón y cuero. Se hizo artesana en Santa Ana, donde estuvo seis anos; ahora recorre las tiendas con sus esculturas, que difícilmente logra vender. A pesar de todo, no quiere dedicar su vida a otra actividad. "MI economía es surrealista", dice con un toque de amargura. Ahora subsiste gracias a la ayuda que recibe de su familia y de los amigos que conocen su situación.

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Trabajar el bambú

Alejandro Martí, de 33 años, sobrevive desde que la plaza de artesanía desapareció. Vive de alguna feria, y sobre todo de su propia confianza, en la que también creen los más cercanos, que le apoyan incondicionalmente. Alejandro trabaja el bambú confeccionando estuches y lapiceros.Manuel, ceramista que pasó cinco años en Santa Ana y que no piensa dejar su profesión, añora aquella plaza que le dio amigos, trabajo y vida. "Podía conseguir 10.000 pesetas los fines de semana, más o menos. Ahora tengo que encontrar cualquier trabajo que me permita vivir", asegura Manuel.

La relación con las tiendas no sólo les impide el contacto con el cliente, sino que económicamente deja de ser rentable tanto para el artesano como para el comprador. Los precios se duplican en la tienda, y el autor recibe sólo una tercera parte del precio que obtenía en el mercadillo. Además, los propietarios de las tiendas sugieren a los artesanos que trabajen en serie, a lo que éstos suelen acceder cuando no encuentra otra salida.

Desde hace dos años, la Comunidad de Madrid organiza durante las fiestas navideñas la feria de artesanía del paseo de Recoletos, con 160 casetas, que se adjudican mediante sorteo, al precio de 48.000 pesetas. El problema es que no hay sitio para la mayoría de los 400 artesanos que antes había en la plaza de Santa Ana.

También Pedro de Vargas, de 30 años, ha dejado la plaza y su profesión de artesano escultor del latón y el cobre. Ahora Pedro pasa ocho horas diarias trabajando en la terminal del aeropuerto de Barajas.

Samara continúa trabajando en la encuadernación, a pesar de las dificultades que existen para la venta: "En la plaza de Santa Ana podía ganar de 10.000 a 20.000 pesetas si la suerte me acompañaba. Hasta el 2002 estoy absolutamente hipotecado".

La falta de sitios adecuados para la venta ha puesto de acuerdo a los artesanos para intentar conseguir un lugar permanente. Ellos quieren un sitio como Santa Ana, pero es imposible volver allí.

"La razón oficial de la desaparición del mercadillo ha sido que la salida de urgencias del teatro Español queda obstruida por la gente que acude allí los sábados", afirma la coordinadora de la Asociación de Artesanos, Carmen Varela. "La plaza siempre está llena de gente y rodeada de coches, y ahora no la ocupamos nosotros. Además, entre el teatro y la zona donde vendíamos hay un aparcamiento. Entonces, la razón oficial es una tontería, pero una tontería responsable de la violencia que la policía ejerce sobre nosotros, violenc-¡a que cuesta 600.000 pesetas sernanales, según alega el señor Matanzo, responsable de la plaza de Santa Ana", dice Carmen.

Policía denunciada

Todos los sábados varios artesanos continúan reuniéndose en la plaza, custodiados por la Policía Municipal. El año pasado se produjeron numerosas denuncias contra la actuación de los agentes municipales. Pedro de Vargas pasó nueve días en la cama después como consecuencia de la intervención policial. De Vargas presentó una querella contra el Ayuntamiento de Madrid a causa de estos hechos."Con el informe municipal sobre la obstrucción del teatro en la mano, el Defensor del Pueblo dijo que había que cerrar el teatro por las deficiencias de seguridad que tiene. Pero todo quedó en palabras", comenta la coordinadora de la asociación.

Carmen Varela, de 3 1 años, continúa con sus companeros la lucha por recuperar para la artesanía la plaza que un día les concedió el alcalde Tierno Galván. Entretanto, Carmen sigue con su trabajo, que no quiere dejar, de escultura sobre cartón y pasta de papel. "Con'[a muerte de Tierno comenzó la nuestra. Los políticos de ahora, como Matanzo, no tienen ni idea de lo que es la artesanía. Es más que un arte, es una forma de vida", concluye una artesana.

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