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Subasta de cargos

Analiza el autor del artículo las vicisitudes por las que pasaron los partidos políticos del País Vasco hasta conseguir el actual Gobierno de coalición. A su juicio, se puede hablar con más rigor de una subasta que de una negociación programática.

Si la cuestión decisiva para formar una coalición de gobierno en el País Vasco hubiera sido -como el PNV decía- el traspaso de nuevas competencias estatales a la autonomía, la fórmula finalmente elegida habría sido la peor. No parece, en efecto, que la exclusión del partido que gobierna en el Estado vaya a favorecer precisamente la consecución de un nuevo régimen económico de la Seguridad Social, ni la formación del llamado "banco central vasco", ni la participación autonómica en las empresas estatales situadas en esa comunidad. Por el contrario, el desenlace realmente alcanzado permite confirmar que, como hace cuatro años, el reparto de carteras en el gobierno autonómico ha sido de nuevo la cuestión decisiva de la negociación.Tras las elecciones, todos los observadores (incluido el que esto suscribe, en un artículo publicado en estas mismas páginas el 1 de noviembre, así como un editorial de este periódico del 3 de diciembre) previeron como más probable una nueva coalición PNV-PSOE. Nadie tuvo entonces suficientemente en cuenta que las reglas legales de decisión vigentes permiten la elección de lehendakari y la formación de un gobierno en minoría, siempre que el partido más votado prefiera ganar por mayoría simple en una segunda votación de] Parlamento que hacer muchas concesiones para formar una coalición mayoritaria en la primera votación. Un gobierno en minoría está amenazado por una mayor inestabilidad, pero en este caso las esperanzas de mantenerse en el poder se apoyan en la dispersión de los partidos excluidos en los extremos de las dos dimensiones ideológicas (Izquierda-derecha y vasquismo-españolismo), es decir, en la dificultad de que coincidan en una misma moción de censura partidos ideológicamente tan distantes como HB y PP. De este modo, se ha formado una coalición que no es estrictamente vencedora, pero cuyos miembros pueden confiar que tampoco sea perdedora ante los demás.

Esto es compatible con que la coalición PNV-PSOE haya sido la preferida por ambos partidos durante los tres meses de negociaciones. De hecho, todavía el 30 de diciembre Xabier Arzalluz negaba todo "valor al tripartito nacionalista"; el 17 de enero el nacionalista Juan Ramón Guevara y el socialista Ramón Jáuregui no descartaban el reinicio de conversaciones, mientras Bandrés intentaba mediar entre Benegas y Arzalluz; los contactos entre ellos duraron hasta el día 21 y al día siguiente, tras haber llegado ya a un acurdo formal con EA y EE, todavía el presidente del PNV declaraba: "La mejor coalición era con el PSE".

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La coalición esperada y deseada no pudo formarse porque el PSOE erró al formular sus aspiraciones de reparto de] poder y empujó finalmente al PNV a preferir un reparto más favorable aunque fuera en un gobierno en minoría en segunda votación. La fuente de la equivocación de la delegación negociadora socialista, encabezada por José M. Benegas, parece haber consistido en descartar la posibilidad de que el PNV formara, no sólo la coalición en minoría que realmente se ha constituido al final, sino cualquier otra de la que los socialistas no formaran parte. Sin embargo, aun suponiendo que sólo hubieran sido viables coaliciones con la mitad más uno de los diputados, el PSOE no podía aspirar razonablemente a mantener un reparto casi igualitario, de consejerías como en la anterior legislatura (un lehendakari y seis consejeros para el PNY frente a un vicepresidente y otros seis consejeros para el PSOE). En base a un índice de poder estimado por el número de coaliciones vencedoras mínimas en las que cada partido podía participar, en el artículo anteriormente men cionado se atribuyó a PNV y PSOE una relación de poder de 2 a 1, que habría podido concretarse, por ejemplo, en un lehendakari y ocho consejeros frente a un vicepresidente y cuatro consejeros. Esta relación no sólo no era paritaria, sino que era más favorable al PNV que la derivada de la representación parlamentaria de cada partido, pero ello se debía a que el partido de Arzalluz y Ardanza tenía más oportunidades que los socialistas de elegir socios para gobernar.La pretensión de los socialistas era irrealista porque apenas podían amenazar con formar una coalición alternativa que aislara al PNV (habría necesitadoreunir sus votos con los de EA, EE, PP y UA), mientras que la lista más votada contaba, en cambio, con varias posibilidades, incluso de mayoría, que utilizó como arma de presión. Así se comprobó en la constitución en la Mesa del Parlamento, el 18 de diciembre, de cuya presidencia los socialistas fueron aparta dos mediante un pacto del PNV con EA, EE y PP. También fue significativo que, en plena negociación, el PNV hiciera triunfar una moción de censura para desalojar a un alcalde socialista (en Iruña de Oca) y, en cambio, el PSOE diera su apoyo a. un candi dato nacionalista en la sustitución del alcalde de Bilbao. Mientras tanto, eran removidos algunos obstáculos para la reconciliación entre PNV y EA, como, el acuerdo amistoso sobre el reparto de batzokis que excluyó, tras años de pleito, la vía judicial.El PSOE siguió con fiando, no obstante, en su imprescindibilidad y rechazó las ofertas del PNV en dos series de reuniones. La primera terminó a mediados de diciembre y tras ella el PNV pactó sin ninguna dificultad un acuerdo con EE por el que entregaba a este partido dos carteras. Con ello creó un hecho consumado que obligaba al PSOE a reducir sus aspiraciones en el re parto del resto del pastel. Así lo hicieron efectivamente los socia listas y Ramón Jáuregui dejó entonces de pedir la paridad para "exigir que la presencia de los partidos en el Gobierno se corresponda, en estricta proporcionalidad aritmética, con la representación parlamentarla". Pero esta más moderada exigencia aún seguía siendo excesiva para su poder real y, aunque el PNV ofreció el 15 de enero un nuevo reparto en el que se reservaba una cartera menos de las que al Final consIguió, el PSOE se cerró otra vez en banda con un confido "ya nos llamaréis". De este modo, al final el PNV ha obtenido más carteras que en cualquier otra combinación y más que triplicado el presupuesto que antes estaba bajo su jurisdicción, gracias a que EA y EE, cuarto y sexto partidos en número de votos y los que más apoyo electoral perdieron en estos comicios con respecto a los anteriores, han firmado con solicitud acuerdos a la baja que les han evitado quedar de nuevo a la intemperie. El conjunto del proceso se ha parecido, pues, mucho a una subasta, en la que han sido más importantes los amagos y desplantes, comunicados a menudo mediante conferencias de prensa, que la negociación programática. Cabe concluir que los partidos se han comportado muy de acuerdo con la motivación autointeresada que les supone el enfoque de análisis de la elección racional. Lo curioso es que el que menos desvelaba esta motivación egoísta, el PNV, ha negociado y elegido coherentemente con ella, mientras que el que más abiertamente confesaba sus ambiciones, el PSOE, es el único que parece no haber calculado bien.

es profesor de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Barcelona.

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