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GUERRA EN ORIENTE PRÓXIMO

'Que no nos falte de na'

Los buques españoles de relevo salieron de Creta hacia el Golfo

La canción Que no nosfalte de na sonaba ayer en todo el puerto cretense de Souda a través de la megafonía de la corbeta Infanta Elena, cuando sus motores movían las toneladas de hierro y armas en dirección al golfo Pérsico para cumplir, junto con la fragata Victoria y la corbeta Vencedora, el embargo decretado por la ONU. Uno de los marineros que se encontraban en cubierta formulaba una certidumbre con la fuerza de un deseo: "No nos puede pasar nada. A nosotros no".

Este joven catalán era consciente, al Ígual que sus compafieros, de que la amenaza de un ataque la veían más cercana sus familiares desde el tresillo de su casa que ellos a bordo de un buque de guerra. "Mi madre no para de lloriquear desde que supo que nos marchábamos", explicaba otro.El comandante de la fragata Victoria, Antonio González Aller, había dicho el día anterior: "La probabilidad de que ocurra algo es mínima. Además, no se trata de ser héroes, nadie tiene ganas de pegar un solo tiro". El oficial piensa que todas las familias lloran cuando alguien parte, pero cree que las movilizaciones que tienen lugar en España con motivo de la salida de esta tercera flotilla tienen poco fundamento. "Les he explicado que soy su entre nador y que ésta va a ser una misión que en ocasiones puede parecerles aburrida, pero hay que estar preparados. Si apare ce una amenaza, todo se va a decidir en un segundo, y la cadena no puede fallar en ese momento", añade González-Aller

El otro peligro que planea sobre el buque es el de las deser ciones. Por ello se les recuerda a menudo "que sería cometer una tontería", y todos los días, tal y como viene siendo habitual, leen en la orden el castigo que se contempla en el régimen disciplinario de las Fuerzas Armadas por este abandono. En tre los marineros se comenta que, además de los dos desertores denunciados oficialmente algún marinero hizo una escapada que posteriormente rectificó antes de que zarparan de España. "Es lógico que alguna vez se nos pase por la cabeza qué es lo que estamos haciendo aquí. Ésta no es nuestra guerra", explica un joven de 19 años. Otros cuestionan el dilema menos ideológicamen e: "Nos dicen que los proyectiles no llegan, que Irak no tiene Armada, pero tememos la amenaza de las zonas minadas".

Ésta es nuestra profesión

La misión más comprometida que ha llevado a cabo la Armada desde hace muchos años y la magnitud del conflicto provocan dudas no sólo entre la marinería. Un oficial comentó durante su permiso en tierra: "Ésta es nuestra profesión, pero nunca antes nos habíamos puesto tan a prueba. Sabemos que la tensión de los compañeros que se han desplazado a la zona ha enviado algunos a un tratamiento psiquiátrico. Mi gran duda ahora es saber cómo voy a reaccionar en caso. de peligro: ¿me comportaré como un héroe o en el último momento me echaré atrás?".Según los más jóvenes, la vida en los buques se fundamenta en las guardias, los ejercicios y en la limpieza, aunque el comandante añade que se procura que duerman algo más de siete horas.Estos chicos que van a participar en una mision multinacional llevan entrenándose tan sólo mes y medio. Zafarrancho de combate, maniobra de abandono de buque, fallo de gobierno y hombre al agua son algunos de los ejercicios que los marineros sabrán de memoria cuando vuelvan a casa. Con 18 años, más que del consumo de energía se quejan de la alimentación, y, a pesar de que los mandos aseguran que todos comen lo mismo, echan de menos, como dijo un gallego, "lo que se come en casa"-

La primera salida de España de muchos de ellos ha sido mucho más lejos de lo que podían imaginar, y el causante de su movilización es un hombre de quien aseguran que hace un año no habían oído ni siquiera el nombre. Llegados de pueblos y ciudades de Cataluña, Asturías, Galicia, Madrid, Valencia y Andalucía, hablan ahora con total familiaridad de alcance demisiles y de cálculos de riesgos.

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El pasado sábado, después de que el páter (el cura), uno de los hombres que se han reenganchado después de participar en la primera flotilla, les diera una charla sobre el comportamiento y precauciones que debían tener en el puerto cretense, los chicos, con sus ropas de paisano, se preparaban para saltar corriendo hacia la primera cabina para hablar con sus casas. Después de cuatro días sin pisar tierra, sin ropa militar, con 50 dólares en el bolsillo y olor a colonia fresca, lo esperaban todo de las cuatro horas en tierra. Un andaluz resumía así el mensaje para casa: "La familia, que se tranquilice, y nosotros a tener cuidado por si la cosa se pone chunga".

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