La atracción del abismo
Lo dijo un piloto norteamericano a su vuelta del primer bombardeo sobre Bagdad: "Era como en las películas". No lo dijo cualquiera, lo dijo un soldado, alguien que probablemente habrá muerto en algunas semanas. Siempre hemos intuido que la información lindaba con el espectáculo. Ahora lo sabemos. Algunos nos empezamos a detestar por ello.Nos colocamos frente al televisor con los ánimos sobresaltados, esperando que las imágenes embadurnen nuestras retinas y que las palabras encendidas alteren nuestro entendimiento. Es emocionante, novedoso, la atracción de un abismo desconocido que podemos vivir en directo desde el calor de nuestros hogares. ¿Se puede pedir más?
Las cabeceras de los programas especiales están más cerca de la presentación de una película de aventuras que cualquier otra cosa. En letras doradas aparece Guerra en el Golfo, con una música de fondo de percusión y un montaje de imágenes soldadeseas. Y nosotros nos sentamos cómodamente en un sillón, dispuestos a digerirlo todo, con la misma avidez con que nos tragarnos ese bocadillo de salchichón que mantenemos entre las manos, dispuestos a dejar brotar unos instintos agazapados hasta entonces en un apartado rincón de nuestro cerebro. Los periodistas aparecen nerviosos, sobreexcitados por la lectura compulsiva de teletipos e imponiendo la necesaria tensión que la ocasión requiere a base de inflexiones de voz y palabras presurosas. (Claro, la guerra es algo que no ocurre todos los días). Incluso algunos de ellos, sabedores de lo que nos envían, argumentan que se trata simplemente de mostrar la crudeza de la guerra para que aprendamos a odiarla todavía más. Dudo que se lo crean, como nosotros tampoco nos lo creemos a pesar de manifestar nuestros pesares con gestos compungidos.
Estamos trivializando el horror. Las imágenes nos acercan y al mismo tiempo nos alejan de la realidad. Nos hemos acostumbrado tanto a beber la ficción desde la pantalla que en ocasiones necesitamos pararnos y pensar que lo que se nos ofrece está ocurriendo de verdad, que no es un juego ni una diversión pasajera.
Además, la costumbre hará que hasta lo más inaceptable se convierta en algo cotidiano, casi vulgar. Algunos nos empezarnos a detestar por ello.- Asturias.
Al hilo de la situación mundial, con las repetidas noticias de la crisis del Golfo, vino a importunar mi sueño la visión del apocalíptico cuadro de Picasso; pero no tal cual, sino en versión transfigurada, adaptado a las nuevas exigencias.
Y he aquí que el caballo parecióme camello, y la mujer que extiende su brazo desesperado llevaba turbante y velo, y los gritos desgarrados se escribían de derecha a izquierda con signos extraños, y la luz que Iluminaba la escena provenía de una lámpara de petróleo.
No sé muy bien qué querían decir todas aquellas imágenes, pero parecía que, como en otro tiempo, el gigante quiso dejar patente su fuerza, y los que contemplaban entusiasmados la escena eran hermanos de las víctimas.
iAh, se me olvidaba! También habían cambiado el viejo título de Cruzada,- ahora lo llaman USA en la ONU.- Pedro Vega. Málaga.
Quisiera hacer a través de su periódico, algunas preguntas y algunos comentarios al profesor Fernando Savater sobre su artículo publicado el viernes 18 de enero.
Señor Savater, "si no se trata de ética todavía", ¿en qué debe basarse el derecho internacional al que usted hace alusión?; es más, qué sentido tiene siquiera? Decir que todavía no es momento para la ética es decir que no es momento para la razón. Luego, por favor, no pretenda justificar recionalmente la irracionalidad. Cállese y líese a, golpes, puesto que es esto, según usted, lo único posible, por ahora.- Encarnación Narváez. Cádiz.
Continuamente observamos en la televisión, escuchamos en la radio y leernos en la prensa la concentración de personas manifestándose contra la guerra y en favor de la paz.
En la mayoría de esas manifestaciones participan algunos de los próceres de nuestra democracia.
Cuando el informador del medio correspondiente les pregunta por la razón de su participación, la mayoría contesta de forma unánime, con una mezcla de rabia, indignación, esperanza y un mucho de miedo: "Estamos contra la. guerra, es horrible, es un fracaso de los políticos, no es justa, etcétera".
Curiosa la afirmación de "es un fracaso de los políticos". Se habla de terceras personas sin ser conscientes que ellos son políticos.
Un humilde servidor está en un 99% de acuerdo con las manifestaciones que se vuelcan en las entrevistas, pero... Siempre hay un pero, y en mi caso no va a ser especial.
Pero, ¿por qué no se están manifestando constántemente con la cantidad de guerras que hay en todo el mundo?
Pero, ¿hay alguna guerra que pueda ser justificada?
Pero, ¿hay alguna guerra que no sea horrible"
Pero. ¿hay alguna guerra que sea justa?
¿Cuántas de las personas que se manifiestan en estos días se manifestaron, por ejemplo, cuando la invasión de Afganistán por el Ejército soviético o por la intervención de Estados Unidos en Panamá?
¿Cuántos nos manifestamos en algún momento ante la muerte de miles de niños por segundo en países del Tercer Mundo?
Acusamos de locos, falsos, irresponsables, etcétera, a Husein, Bush, etcétera... Y nosotros, ¿qué somos"
El mundo actual lo hemos creado entre todos, o al menos ayudamos a que se mantenga en la situación actual.
Analicemos seriamente el mundo actual y pongámonos delante de un espejo, entonando el mea culpa, si es que todavía nos queda algo de sinceridad y dignidad.-Carmelo Martín. Madrid.
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