Mozart cotidiano

Nunca ha sido Madrid un lugar especialmente mozartiano. Ahora los personajes más insospechados demuestran a la menor excusa su vinculación de toda la vida al genio de Salzburgo. En Madrid coinciden estos días ciclos de sonatas para plano (varios), piano a cuatro manos, Mozart y su época. .. La ONE le ha dedicado también un programa monográfico. El lleno era absoluto. Hasta una aficionada con partitura en mano llevó a su jovencísima hija con un muñeco encantador, por lo horrible, de largos cuernos y pelo rosa. Mozart, pues, desde la infancia. El público se acostumbra a escuchar su música, los intérpretes a mostrarla con naturalidad.Un programa bello aunaba el Concierto para piano número 17 en sol mayor, asombro de ligereza y construcción, de elegancia y contrastes, con el subyugante y misterioso Réquiem. Las versiones fueron correctas, lo que en Mozart no es poco.

El Coro se llevó las mayores ovaciones de la noche aunque, a mi juicio, adoleció de tensión expresiva. Justo de afinación, equilibrio y hasta color tímbrico, su línea de canto austera (muy logrado el confutatis, con un perfecto ensamblaje con la orquesta), dominó sobre la capacidad emotiva. Adecuados los solistas, aunque sin especial brillantez, y entonada la orquesta, a las órdenes de un eficaz P. Entremont, que además desentrañó notablemente como solista los variados matices y vericuetos del concierto de piano.