Noche de espanto en Israel
Es difícil precisar qué se escuchó antes, si las sirenas de alarma o el primero de los cinco estampidos que crisparon los nervios de los habitantes de Tel Aviv en la noche del jueves al viernes. Pero es claro que Israel recibió prácticamente sin preaviso el primer ataque contra su población civil desde la creación del Estado, en 1948. Los daños han sido mínimos.Las únicas cuatro víctimas mortales fueron cuatro ancianos que vivían solos, que olvidaron quitar el tapón que obtura el filtro de la máscara antigás y se asfixiaron, y una niña palestina que murió de igual forma por la máscara que le habían colocado de modo incorrecto. El efecto psicológico fue tremendo, la guerra del Golfo ha llegado a Israel y le ha cogido falto de medios esenciales para este país, que dedica desde siempre al Ejército una parte sustancial de su presupuesto. Pasa a la página 5
La humillación de la guerra en casa
Viene de la primera páginaShnnat Hatikva, un barrio muy humilde de Tel Aviv, ha sido la zona más afectada por los misiles iraquíes. Dos vectores tipo Scud, de fabricación soviética, con una capacidad decarga útil de 250 kilos de TNT cada uno, cayeron junto a una casita de dos pisos, pobremente construida. La casa era ayer un solar, en el que se veía an cráter de unos cinco metros de diámetro, rellenado con arena.
Otras dos casas similares, situadas frente a donde estaba el edificio desaparecido, habían perdido la fachada y parte de los muros. Dos casas más de la misma calle mostraban daños sustanciales. Una carriloneta y un coche eran un aniasijo de hierros. En este punto se produjeron los siete heridos que han declarado las autoridades.
El lugar era ayer un punto obligado de visita para los habitantes del barrio. Yaacob Pérez, comandante en la reserva, de 52 años, vive a unos 100 metros de la casa destruida y afirma que oyó la sirena y, un minuto después, la explosión del misil. "Lo horrible", dice, "es no poder hacer nada. En este país todos somos militares y ésta es la primera vez que la guerra significa para nosotros estar encerrados en una habitación, en pijama, con una máscara de gas y sufriendo junto a los hijos. No me parece justo".
Opiniones encontradas
Yaacob piensa, no obstante que Israel "debe mostrarse prudente. La situación es complicada y tenemos que seguir a los políticos. Antes de contraatacar debemos esperar un segundo ataque para demostrar al mundo que somos pacientes".
Rehavam Ghandi, ex jefe de Estado Mayor y diputado por el Modelet, un pequeño partido nacionalista muy radical, opina de otro modo. "Esto tenía qye ocurrir", declara a EL PAÍS "Dejamos la destrucción de los misiles iraquíes H-2 y H-3 en manos de los norteamericanos. No quiero decir que los norteamericanos sean malos o ineficaces, pero para ellos estos misiles no representan nada y para nosotros, todo. Teníamos que haber actuado antes y así lo advertí en el Knesset, pero nadie quiso escuchar".
Las dos baterías de misiles Patriot de que dispone Israel, y que constituyen su única defensa potencial contra vectores como los de Irak envió el viernes, no funcionan todavía porque Estados Unidos no las entregó hasta hace 15 días.
El mismo portavoz militar reconoce que las bombas enviadas por Sadam son más propias de los años cuarenta que de los tiempos actuales. Varias de ellas cayeron, además, al mar; otra, lanzada sobre Halfa, y una tercera que entró en una casa de Tel Aviv, no estallaron, y otras dos hicieron impacto en lugares deshabitados. El séptimo misil cayó en un taller metalúrgico, que ardió.
Sadam Husein ha demostrado que es capaz de llegar a Tel Aviv con precisión suficiente para causar víctimas. Pocos dudan de que fue un ensayo y que en el próximo ataque, que debe de ser inminente, las cargas serán químicas. Basta pasar una hora con máscara antigás para captar lo que esa experiencia tiene de humillante. En pijama o a medio vestir, con los ojos agrandados por la presión de la goma, la cabeza caída hacia adelante por el peso del filtro, sentados en círculos, los huéspedes del hotel en que se aloja este informador parecían corderos dispuestos al degüello.
El rostro se humedece de sudor, los labios se resecan y la mandíbula y los témpanos duelen. No hubo escenas de histeria, aunque muchos de los que corrieron al hospital Igilov de Tel Aviv en busca de socorro se habían autointoxicado con una inyección de atropina, un antídoto contra gases. El segundo dia de la guerra fue, en todo caso, un gran jarro de agua que enfrió los primeros entusiasmos.
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