Remodelación

Cuando hay rumores de remodelación del Gobierno, el presidente debería remodelarlo de inmediato o demostrar que no lo remodelará por nada del mundo. Simplemente para que la Administración pública funcione.La Administración pública, lejos de lo que suele decirse de ella, funciona. Ocurre, sin embargo, que se trata de una estructura jerarquizada, la jerarquía es de libre designación, la designación es política. Y, como consecuencia, su funcionamiento depende de la preparación técnica y del sentido común que posean ministros, subsecretarios, secretarios de Estado, secretarios generales, directores generales, adjuntos a los directores generales, jefes de gabinete, asesores ejecutivos, asesores por las buenas, directores de relaciones externas, entre otros cargos curiosos de libre designación, y así hasta mil.

A veces, parte de la jerarquía no posee ni el sentido común ni la preparación técnica que requiere su cargo, y entonces la Administración pública sigue funcionando, sólo que mal, pues los funcionarios hacen lo que les mandan y no entra en sus cometidos estatutarios enmendarles la plana a los jefes. En cambio, al producirse rumores de remodelación del Gobierno, los funcionarios barruntan que una avalancha de ceses en cadena se avecina, que vendrán nuevos jefes con criterios distintos, y entran en compás de espera, mientras los subsecretarios dedican el tiempo a evacuar consultas con sus homólogos, todos los cargos buscan recomendaciones para conservar el puesto, a los asesores ejecutivos les entra pertinaz diarrea...

En este alborotado clima, la Administración no puede funcionar, ni bien ni mal. Y si el presidente la deja tal cual, sin acallar los rumores de remodelación, quizá sea porque no sabe a quién poner para que funcione. Ahora bien, mientras no funciona, tampoco mete el remo; lo cual no deja de ser un gran consuelo.