Madrid tiene seis letras
S de sexo. La joven rubia aparece ,en la penumbra de la cortinilla y declara que sólo sabe alemán. Luego pregunta con el gesto: ¿qué quieren que haga? Los que la ven se encogen de hombros. Ella hace algunas sugerencias manuales y termina explicando que puede hacer lo más expeditivo. Los que han acudido a verla asienten desganados, y ella comienza mecánicamente su trabajo. Mientras tanto caen las monedas de 500 pesetas, una a una, y los asistentes se sorprenden cuando ella declara que se ha acabado el tiempo. Los que la han visto salen al corredor como si hubieran ido al dentista. En el pasillo un joven pregunta: "¿Y ahí dentro qué hacen?".B de Babel. Se encuentran los dos ingenieros en el salón de los pasos perdidos del edificio en el que la policía de Franco acabócon Jullán Grimau. Ha pasado mucho tiempo y ahora allí ya no crecen los fantasmas, de modo que los ingenieros se ponen a hablar de sus cosas. Juan Benet cuenta que se ha encontrado, en un hotel de París, un símbolo esculpido de Babel. "Un millón de pesetas". José Antonio Fernández Ordóñez le explica que esta semana firma el contrato para hacer la esfera armilar en Valdebernardo. Con su bufanda negra y amarilla, el ingeniero escritor le dice al ingeniero ingeniero: "Pues yo delante de la esfera armilar quiero hacer la torre de Ba be]". Colecciona torres de Babel y acaba de publicar con Siruela un libro que se llama así: La torre de Babel. Los ingenieros son como la gente corriente: después de haber competido ambos por el sentido que tienen ambos símbolos se comieron unos canapés.
H de Hortelano. Le dieron el Premio de Literatura de la Comunidad al autor de Gente de Madrid, Juan García Hortelano. Es un madrileño de antiguo y se comportó como tal: "Ser madrileño es no ser nada", dijo en la entrega, que fue donde se encontraron los ingenieros. Fue raro porque a pesar de ser novelista el presidente Leguina no fue. Hortelano es un caballero- de antiguo: "No habrá podido". Tampoco fue Maruja Mallo, que está muy mayor. Cuando terminó la entrega, Hortelano se llevó a sus amigos de la generación del 50 a comer jamón en la calle de Alcalá. Hacía años que no pasaba y por eso ha de quedar escrito: a los postres no hubo discursos.
H de hambre. En los actos culturales de Madrid, como en cualquier parte, siempre ponen canapés. La gente, sobre todo los que tienen hambre, lo saben, y acuden con ganas. El otro día observé a uno de los habituales canaperos de Madrid. Perseguía lasbandejas con destreza y por orden: primero bebió zumo de tomate, luego ingirió algo parecido al whisky, finalmente se pasó al cava; y por el mismo orden surcó el camino de las viandas: prime ro lo salado, reteradamente, y luego lo dulce, sin moderac En 20 minutos culminó la faena. Luego se limpió los labios con la pulcritud de los diestros, miró al tendido y se fue con deje de gratitud nostálgica. Y sin hambre.
T de taxista. Yo no le había dicho nada, pero él miro hacia atrás y dijo: "Estoy muy solo, ¿y sabe cómo domino la soledad? Bailando. Voy a bailar por las tardes con los carrozas. En todas partes hay clubes de danza para los carrozas; abren a las seis y allí se ve de todo: gente de hasta 70 años. A veces conectas y la gente se pone simpática y dice de todo. Pero cuando pasa un poco de tiempo ves que allí todo el mundo ha ido con un drama. Y vuel vo a casa igual".
T de tráfico. Son infinitas las colas de los coches. De pronto, un hombre mira a otro desde la ventanilla de su coche: se mantienen los ojos hasta que uno de ellos abandona y pierde la mirada en el vacío. Ninguno de los dos sabe el nombre del otro y es posible que no se encuentren nunca más. En la mirada que se han dirigido está la densidad del tráfico y en esos ojos cansados se encuentra la metáfora de la prisa detenida de los coches.
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