La 'tómbola del cubo'
¿Hasta cuándo vamos a aguantar que a los pensadores de los Gobiernos (presentes, pasados y futuros), de los sindicatos (sean cuales sean sus siglas: CC OO, UGT, etcétera), de los partidos políticos (sea cual sea su ideología y electorado) no se les ocurra reformar la Administración española? Porque hasta ahora lo que se ha hecho no es más que una chapuza. ¿Por qué a todos los españoles en sus relaciones laborales se les aplica el estatuto del trabajador y a los funcionarios hay que aplicarles la Ley de Reforma de la Función Pública, la cual les protege hasta hacerlos casi intocables?
Mientras en cualquier empre sa privada, y siempre y cuando haya motivos fundados, se puede despedir a un trabajador, en la función pública esto, y aunque haya motivos muy fundados, no ocurre.
La función pública española es la única empresa del país que no mide a sus trabajadores en función de su productividad, rendimiento, absentismo, capa cidad, responsabilidad, etcétera, sino en función de su título, y como decimos en Andalucía, al gunos de estos títulos parece que los han conseguido en la tómbola del cubo. Y ahora vamos a mi caso y al de un colectivo de casi 1.500 personas que somos llamados, casi peyorativamente, contrata dos laborales, y que prestamos nuestros servicios en el exterior (consulados, embajadas, oficinas laborales, de turismo, etcétera).
Este colectivo, aparte de estar mal pagado, sufre el agravio, que además de ser inconstitucional es inhumano, de desempeñar los mismos puestos de trabajo, la misma responsabilidad, y en casos concretos de nivel superior, y de ganar nada más que el 60% o 70% del salario que ganan los funcionarios. Es que el caso es de puro filme de humor, pero del más negro. Yo soy el oficial del registro civil del Consulado de España en Ginebra; ahora gano, en bruto, 5.000 francos suizos (para España todavía es mucho, pero para Suiza es casi irrisorio, teniendo en cuenta el nivel y el coste de la vida).
Esta situación hace insostenible las relaciones entre los dos colectivos, provocando absentismo, laxismo, roces entre los compañeros, etcétera.
Llevan los sindicatos y la Administración discutiendo nuestro convenio colectivo por lo menos cinco años. Pero, claro, no hay que olvidar que por la Administración se sientan, la mayoría, funcionarios; que para sentirse superiores a nosotros no transigen, no en rebajar sus prerrogativas, sino en que los contratados no las tengamos, y es más, que no las tengamos nunca.-
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