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RELIGIÓN

Roma permite a las carmelitas integristas organizarse al margen de la orden

Francesc Valls

La Santa Sede ha decidido dar salida al conflicto que enfrentaba a los sectores renovadores e integristas de las carmelitas descalzas desde el final del Concilio. El Vaticano ha permitido que las monjas más conservadoras -una minoría del 20%- puedan regirse de acuerdo con normas del siglo XVI, cuando Santa Teresa de Jesús fundó la congregación. La noticia ha sido muy mal acogida por el sector que seguirá rigiéndose por las Declaraciones de 1977, aprobadas por Pablo VI.

Las integristas, capitaneadas por la madre Josefa, priora del convento de Cerro de los Ángeles, suponen alrededor de un centenar de los conventos carmelos -la mayoría de ellos en España- frente a los 800 con que cuenta la orden. Precisamente fue el propio nuncio de la Santa Sede en España, Mario Tagliaferri, quien comunicó la decisión vaticana al monasterio de Cerro de los Ángeles, noticia que era desconocida por otras miembros de la orden en España, según fuentes eclesiásticas."Este conflicto dura desde que el concilio Vaticano II terminó", explicaron medios de la orden a este diario. Entonces el sector integrista de la madre Maravillas -antecesora de la madre Josefa- se organizó en torno a la Asociación de Santa Teresa, para impedir la renovación de la orden. Ante esta situación Pablo VI aprobó las Declaraciones de 1977, de carácter experimental y por un período de cinco años. Aunque las monjas más renovadoras acogieron bien la experiencia, las integristas volvieron a la carga. El 80% de la orden se definió a favor y el 20% en contra de esas Declaraciones. En diversas ocasiones se temió, por parte del sector más abierto, que el Vaticano impusiera unas constituciones restrictivas a toda la congregación, temor fundado en el hecho de que en estas nuevas normas -encargadas a un dicasterio vaticano- jugarían un importante papel los criterios de las seguidoras de la madre Maravillas, llamadas las maravillosas. "Ahora cualquier solución de consenso ha desaparecido", manifestaron fuentes de la congregación.

"Las más conservadoras, a pesar de ser una minoría, tienen gran peso en Roma", manifestaron las citadas fuentes. En 1984, cuando el secretario de Estado, Agostino Casaroli, escribió a la madre Josefa una carta para indicarle como debía proceder para obtener las nuevas constituciones, Alvaro del Portillo, prelado del Opus Dei, las felicitó en una carta por el síntoma que suponía la carta del secretario de Estado con un "¡Laus Deo!".

Con las nuevas constituciones, de acuerdo con el artículo 615 del Código de Derecho Canónico, las integristas consiguen tener como único vínculo superior al Vaticano, pasando por alto al obispo de la diócesis y al general de la orden, con el que existe vínculo jurídico.

Estas constituciones podrán ser seguidas por el 20% de las monjas de la orden, a las que el responsable de los y las carmelitas de la zona centro de España, Gustavo Guerra, calificó en TVE de "integristas". No es extraña esta calificación a la luz de lo que proponen las constituciones, que algunos expertos consideran más duras que las que dejó en el siglo XVI Santa Teresa de Jesús.

Coristas y no coristas

Las integristas proponen la vuelta a la doble llave, las rejas y celosías, además del retorno de las clases al interior de los conventos, Con la división entre hermanas del coro y las conversas o legas, que hacen tareas domésticas.

Asimismo, se exige el uso de velo cubriendo la cara en el locutorio, y la presencia de una tercera persona -una monja- de escucha en las visitas. La superiora, que cobra un poder más que absoluto, totalitario, podrá además abrir las correspondencia de sus compañeras -ahora ya inferiores- y se mantendrán las inclinaciones y postraciones de capítulo y el no someterse a las miradas de extraños.

"Que las monjas que acompañen al confesor, le guíen por camino derecho y en ningún caso se detengan con él", se afirma. Asimismo, "en vestido ni en cama jamás habrá cosa de color, aunque sea cosa tan poca como una franja". Se renuevan asimismo las sanciones. La priora y subpriora tendrán trato de "reverencia". Las monjas tampoco podrán salir de la clausura para visitar a sus familiares.

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