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Un sacerdote católico es el principal favorito a la presidencia de Haití

Antonio Caño

Jean-Bertrand Arístide, un sacerdote católico suspendido por el Vaticano y sentenciado a muerte por los seguidores del ex dictador Duvalier, que le acusan de comunista, es el favorito para la victoria en las elecciones presidenciales que mañana se celebrarán en Haití, las primeras realmente democráticas desde que este país alcanzó la independencia. Este candidato ofrece a los electores un mensaje populista y progresista.

Jean Bertrand Arístide, un cura sin púlpito de 37 años de edad al que los salesianos expulsaron de la orden en 1988, se ha convertido en la gran esperanza de justicia para los votantes del país más pobre de América Latina. Por las mismas razones, Arístide, un político con una tradición de lucha contra la dictadura, es también el blanco de la cólera de los antiguos tontons macoute duvalieristas, cuyo jefe, Roger Lafontant, ha advertido que "algo malo puede pasar en los próximos días"."Haremos todo lo posible para evitar ese peligro", dijo el dirigente ultraderechista al referirse a Arístide, "porque no podemos consentir que el país caiga en las manos del comunismo".

Lafontant encabezaba una de las "listas que fueron descalificadas por el consejo electoral para participar en estos comicios" de los que ha quedado apartado igualmente el ex presidente Leslie Manigat. El consejo electoral se ha convertido en un elemento decisivo de independencia para hacer democrático el proceso electoral dirigido por la presidenta provisional, Ertha Pascal, quien enfrenta un recurso de los partidos descartados contra la constitucionalidad del máximo órgano rector de estos comicios.

La limpieza electoral será, además, protegida por más de 2.000 observadores internacionales de la ONU, la OEA y el ex presidente James Carter, quienes, siguiendo el modelo implantado en Nicaragua, intentarán que no se le arrebate a Arístide un eventual triunfo en la primera vuelta.

Los asesores de Arístide temen que en muchas zonas del país que quedan fuera del control de los observadores, el fraude perjudicará las aspiraciones de su líder, quien, si tiene que pasar a la segunda vuelta, prevista para el próximo mes de enero, deberá enfrentarse a todas las demás fuerzas políticas reunidas.

El principal contrincante del sacerdote es el economista Marc Bazin, de 59 años de edad, centrista y moderado, que formó parte del último Gobierno de Duvalier, a quien terminó enfrentándose por discrepancias sobre la reforma financiera.

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Bazin es conocido en ambientes económicos haitíanos como Don Limpio, por su fama de correcto y eficaz administrador, pero no ha conseguido durante su campaña compensar el enorme arrastre del cura que estuvo a punto de perder la vida el 11 de septiembre de 1988 en la matanza perpetrada por elementos duvalieristas en la iglesia de San Juan Bosco.

Violencia institucional

El pasado 5 de diciembre fue atacado un acto electoral de Arístide y siete personas resultaron muertas. Arístide acusó a los tontons macoute del atentado y declaró que nadie le apartaría "del camino de la verdadera iglesia del pueblo de Dios". "Nos persiguen y nos matan", dijo, "porque seguimos haciendo solidaridad de verdad con los pobres".La victoria de Arístide sería el cambio más profundo ocurrido en Haití desde el fin de la dinastía Duvalier en 1986. El sacerdote expulsado deberá vencer la resistencia de las Fuerzas Armadas, pese a que, institucionalmente, parecen por primera vez dispuestas a respetar el resultado de las urnas.

La cúpula militar, aparentemente fiel a la presidenta, no tiene aquí, según advierten observadores, capacidad para controlar los movimientos de las distintas unidades o de los diferentes oficiales y suboficiales, que podrían en cualquier momento intentar acciones contra una victoria de Arístide.

El sacerdote católico ha anunciado que, además de acabar con los tontons macoute, investigará y sancionará los múltiples atentados contra los derechos humanos, venganzas y matanzas que se cometen diariamente en el país.

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