Ratzinger rinde homenaje al cardenal Ottaviani, contrario al Vaticano II
El cardenal Joseph Ratzinger conmemoró ayer solemnemente en el Vaticano el centenario del nacimiento del cardenal Alfredo Ottaviani, opositor número uno de la renovación de la Iglesia católica encabezada por Juan XXIII y prefecto del Santo Oficio, hoy Congregación para la Doctrina de la Fe.
El homenaje se produce tres días después de que el Vaticano pasara. por alto sin ningún tipo de ceremonia oficial, el 25 aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II. La conmemoración del cardenal que se apellidaba a sí mismo "el carabinero de la fe" y que estaba considerado como el "cancerbero de la ortodoxia", se celebró en el aula del sínodo y fue presidida por el cardenal alemán Joseph Ratzinger, actual Prefecto de aquel Santo Oficio de Ottavini, hoy Congregacion para la Doctrina de la Fe.Escuchando a Ratzinger, además del pleno de los cardenales de la Curia, estaban el presidente de Italia, Francesco Cossiga, y el presidente del Gobierno, Giulio Andreotti, ambos democristianos y acusados estos días de haber sido los dos grandes defensores de Gladio, la organización secreta que al parecer trabajó ilegalmente para impedir la llegada de la izquierda al poder.
El cardenal Ratzinger, en tiempos de Ottaviani, fue uno de los teólogos progres del Concilio convocado por Juan XXIII junto con Hans Kung, como experto por el episcopado alemán, una de las Iglesias locales más progresistas del Vaticano II.
Ahora ha afirmado, sin embargo, que los teólogos llegados al Concilio "tenían excesiva consideración de ellos mismos, demasiada seguridad y que hasta se permitían aconsejar a los obispos de todo el mundo", y que si él hubiese estado en el puesto de Ottaviani "no habría tenido la paciencia que tuvo él con nosotros". Según Ratzinger, Ottaviani, considerado como el enemigo número uno de Juan XXIII, de Pablo VI y de las reformas del Concilio, "no era un reaccionario", sino un hombre "con gran celo por la verdad".
El obispo Gilberto Agustini, ex secretario particular de Ottavini, recordó la desolación, soledad de un hombre de Iglesia arrollado por el ímpetu incontrolado de los innovadores".
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