Elogio de E. H. T.
No sé si los lectores de su periódico somos conscientes del privilegio que representa poder leer cada día la columna de Eduardo Haro Tecglen.Soy lector de Haro desde los ya casi históricos tiempos de aquel milagro semanal que fue Triunfo; le he seguido en sus críticas teatrales e incluso le he adivinado en no pocos editoriales de EL PAÍS rastreando a través de su estilo: esa personalísima utilización del signo ortográfico de los dos puntos, por ejemplo.
En definitiva, Haro es el de siempre, o quizá no: en Triunfo, sus escritos acababan siempre con una apertura al optimismo; ahora todo parece transido de un pesimismo desconocido en él.
¿Cuestión de los tiempos, de su peripecia personal, del desengaño? Consérvenlo con esmero entre sus colaboradores.- José María Rabanal.