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El electricista 'infalible' por la gracia de Dios

Lech Walesa, nacido en la aldea de Popowo, hijo de campesinos, padre de ocho hijos, electricista, católico fervoroso y premio Nobel de la Paz, consigulo ayer su gran sueno de convertirse en jefe del Estado desu patria, Polonia. En la primera ronda de las elecciones presidenciales venció al representante de la intelectualidad y las élites occidentalistas. Ayer, gracias a su popularidad y al hecho de enfrentarse a un personaje tan oscuro como otencialmente peligroso, con apoyo masivo de la Iglesia y de los partidarios de su reciente enemigo, el primer ministro Tadeusz Mazowiecki, derrotó a la irracionalidad radical. Ya es el hombre de Estado que recibirá honores en las capitales de todo el mundo. Ya ha liquidado el agravio comparativo que sentía frente al presidente checoslovaco, Vaclav Havel.En 1980 fue el gran líder de las protestas obreras contra el régimen comunista. A partir de diciembre de 1981, tras la declaración de la ley marcial, se pasó 11 meses en régimen de internamiento. En 1983 consiguió el Premio Nobel de la Paz y el reconocimiento internacional a una lucha tan valerosa en sus métodos de lucha contra la dictadura como, según demostró más tarde, falto de estrategias concretas de construcción de una sociedad pluralista occidental. Tras las huelgas de 1988 logró imponer al régimen negociaciones políticas que desembocaron en la derrota electoral de los comunistas en junio de 1989. Él fue quien obligó al jefe del Estado, Wojciech Jaruzelski, a aceptar un Gobierno con Tadeusz Mazowiecki.

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Su mayor defecto es, según Adam Michnik, "que no aprende de sus errores porque cree no cometer ninguno La venganza de Walesa fue una virulenta campaña contra el Gobierno, recurriendo a una demagogia que hoy se extiende por toda Polonia. Su regreso a la racionalidad en esta segunda vuelta parece tan coyuntural como su incursión populista. El presidente Walesa debe ahora controlar los fantasmas que ha desatado.

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