Matanza campesina

LA HORROROSA matanza de campesinos producida el pasado fin de semana en Guatemala viene a recordarnos la tragedia de ese país centroamericano de ocho millones de habitantes desgarrado por la miseria y la violencia y que vive desde hace 15 años en una situación de guerra civil larvada que se ha cobrado ya unos 150.000 muertos.Los intentos de normalización, incluyendo un pacto entre los principales partidos políticos contra el golpismo, las conversaciones encaminadas a firmar la paz con la guerrilla, la celebración de elecciones pluralistas -las últimas, en primera vuelta, hace dos semanas-, de poco sirven mientras los responsables políticos sean incapaces de evitar, y como mínimo de sancionar, actuaciones del Ejército como la del pasado sábado.

Una manifestación integrada por unos 3.000 ciudadanos de la población de Santiago de Atifián que protestaban ante un cuartel exigiendo el esclarecimiento de un incidente en el que un vecino había sido herido por un militar fue ametrallada de manera indiscriminada. Sobre el suelo quedaron 24 cadáveres, incluyendo los de varios niños. Los manifestantes, en su mayoría campesinos indios -lo son el 50% de la población del país- iban desarmados. Hace ahora 10 años, la Embajada española en la capital guatemalteca fue escenario de otra espantosa matanza de campesinos -más de 30 muertos- que se habían encerrado en ella.

El Gobierno español, que ha colaborado en la búsqueda de un acuerdo con la guerrilla, debe unir su voz a la de los sectores democráticos y organismos de defensa de los derechos humanos del país centroamericano que exigen el esclarecimiento total de los hechos y la depuración de las responsabilidades.