Un año negro para la extrema derecha
A lo largo de todo este año, el líder de la extrema derecha alemana, el presidente de los Republikaner, Franz Schoenhuber, ha estado clamando por la prohibición que sobre su partido pesaba de ser legalizado en Alemania Oriental.Llegada la unificación, los reps han tenido el paso libre, pero a la hora de la verdad no han hecho mucho uso de ello. Para Schoenhuber y sus seguidores, 1990 ha sido su año negro. Justo en el momento en que se disponían a saltar la barrera del 5% e instalarse con pleno derecho en la política oficial alemana, la unificación de ambas naciones los ha devuelto a los márgenes oscuros.
Para su única aparición en la antigua RDA, Schoerihuber escogió la ciudad de Chembitz, la antigua Karl Marx Stadt. El local estaba lleno, pero su capacidad no superaba las 400 personas, la mayoría de ellas Jóvenes en torno a los 20 años, casi todos hombres.
No a los símbolos nazis
Siguiendo la táctica diseñada desde que se decidiera a romper con la CSU bávara después de una pelea con su mítico líder Franz Josef Strauss, la entrada de elementos descaradamente neonazis o de simbologías hitierianas está vedada. Ni un solo cabeza rapada, y eso que jóvenes de estas características proliferan en el decrépito cinturón industrial del Saxenring."El futuro es nuestro", clama el antiguo oficial de las SS hitlerianas, "porque los jóvenes están con nosostros". La audiencia aú lla al escuchar la voz del jefe. La candidata del partido en Sajonia Martina Rosemberg, de 27 años lo ha presentado como "el político más honrado de Alemania" Schoenhuber no los decepciona Su discurso político está lleno a rebosar de todos los tópicos previsibles. Clama contra los cornunistas y contra la "ola de drogas".
La xenofobia contra todo lo que sea extranjero también está presente. Carteles que aseguran que "la barca está llena", en referencia a los trabajadores inmigrantes, y otros que protestan contra la "república coca-cola", en referencia a la supuesta americanización de Alemania. También el tema del crimen hace su presencia. "Nuestras hijas y mujeres deben tener la posibilidad de poder salir a la calle por la noche sin temor", clama Schoenhuber.
Negro futuro
Los asistentes al mitin chillan: "Gentuza de comunistas", "cerdos canacos", esto último en referencia a los extranjeros. Pero Schoenhuber, pese a su actitud en los mítines, reconoce ante la prensa que "no tiene ninguna esperanza en estas elecciones. Todo va a empeorar muchísimo", asegura Schoenhuber, "y entonces todos se acordarán de nosotros".Parece difícil que las cosas cambien para los reps, al menos en el futuro próximo. Desde aquel memorable 8% que consiguieron el verano de 1989 en las elecciones al Parlamento Europeo, cuando se daba por segura su entrada en el Bundestag, han descendido ahora, según todas las encuestas, a menos de un 2%.
El partido, a nivel interno, se ha desgarrado en luchas intestinas que incluso, en un momento, se concretaron en la defenestración del propio Schoenhuber. El líder ha vuelto, ha puesto orden entre sus menguadas filas, pero poco más. Ni siquiera puede aprovechar la propaganda de los grupúsculos neonazis, porque esto significaría el fin absoluto de sus sueños de triunfo y respetabilidad.
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