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La invasión que llega del Este

Centroeuropa teme una migración de millones de soviéticos

El temor a una invasión soviética recorre Europa. Tras el final de la guerra fría y en una bonanza sin precedentes en las relaciones intereuropeas, no son, sin embargo, las divisiones del Ejército Rojo la causa del miedo palpable en las caplItales centroeuropeas. Sus Gobiernos han tomado ya las primeras medidas para defenderse de la nueva amenaza, que no viene armad a y tiene fecha fija. El 1 de enero, Moscú abolirá todas las restricciones que aún limitan los viajes al extranjero de sus ciudadanos. Centroeuropa teme convertirse en meta de millones de soviéticos en fuga ante el hambre y la miseria.

Más de 300 millones de seres humanos en la URSS, Rumania, Bulgaria y otros países del Este viven en condiciones de economía de guerra. La falta de alimentos, de niveles mínimos de vida digna y de fe en el futuro de sus propios países amenazan con inducir a muchos de ellos a buscar un futuro mejor en Occidente en una corriente migratoria de dimensiones medievales. La oleada de inmigrantes soviéticos indigentes puede tener "efectos catastróficos y llegar a cambiar las condiciones globales de la civilización occidental", ha advertido ya el ministerio del Interior checoslovaco.La pesadilla de largos convoyes de soviéticos en las fronteras quita el sueño a los Estados centrocuropeos. Los Gobiernos de Checoslovaquia, Polonia y Hungría adoptarán medidas comunes para proteger sus fronteras. Sin embargo, la imposición de trabas administrativas difícilmente disuadirá a gentes que huyen de la miseria. La larga frontera terrestre occidental de la URSS, desde Noruega a Turquía, es dificilmente controlable por los Estados vecinos.

Poco más de un año después de la caída del muro, se convierte en realidad el "muro entre el bienestar y la miseria", en palabras del canciller alemán, Helmut KohI.

Alemania y Austria han lanzado programas de ayudas alimentarias a la URSS para paliar la escasez. No les guía exclusivaniente el altruismo. Se intenta, no con muchas esperanzas, rebajar la presión migratoria.

En Polonia y Checoslovaquia han comenzado las obras de instalación de campamentos de refugiados. Polonia ha implantado severas restricciones a la entrada de rumanos.

Austria ya ha anunciado una política restrictiva de asilo y pretende repatriar a 7.500 refugiados rumanos en la primera acción de este tipo. Su ministro del Interior, Franz Loeschnak, viajó a la URSS para informarse sobre el potencial de emigración. El ministro de Relaciones Exteriores húngaro, Balazs Horvath, v:iajará en breve a Moscú con identico propósito.

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El encargado de refugiados en el Gobierno de Checoslovaquia, Victor Parkan, ha advertido que su país no podrá asimilar una ola de refugiados como la que se intuye y ha pedido medidas paneuropeas para impedir que la apertura total de las fronteras soviéticas se convierta en una amenaza para la estabilidad política y económica de los Estados fronterizo s con la URSS. Peter Arbenz, diiector de la oficina federal de refugiados en Suiza, ha advertido que la nueva migración superará la capacidad de absorción occidental. Arbenz, que a su vez es comandante de una brigada fronteriza, manifestó que debido a la apertura del Este "pueden llegar migraciones de una dimensión desconocida hasta ahora" y que "esas tendencias demográficas permanecerán por generaciones si no hay una ayuda masiva y una acción de solidaridad de los países industrializados".

600.000 este año

En 1990 fueron 600.000 las personas que solicitaron asilo en Europa occidental. Arbenz sugirió permitir a los inmigrantes pasar el invierno en campos de refugiados sin otorgarles asilo y repatriarlos después.Los alcaldes de Viena, Budapest y Praga han lanzado un llamamiento a la comunidad internacional para una mejor distribución de los refugiados y de los costes de su mantenimiento.

En enero se celebrará en Viena una conferencia sobre refugiados y asilo en Europa con la presencia de ministros de la mayoría de los países de Europa del Este y del Oeste, además de representantes de países que tradicionalmente reciben inmigrantes, como Estados Unidos, Canadá y Australia.

Para entonces muchos soviéticos, pasaporte en mano, estarán ya en camino hacia el Este. Los países centroeuropeos consideran agotadas sus posibilidades de absorción de inmigrantes. Checeslovaquia, Polonia y Hungría, apenas comenzada una dura reconversión económica, no tienen medios materiales.

Austria y Alemania, pese a sus saneadas economías, se están acercando al techo de la tolerancla social de la inmigración. Los brotes de xenofobia y los indicios de receslón hacen electoralmente inviable la defensa de una política de fronteras abiertas. Partidos y población en Centroeuropa están de acuerdo en aplicar drásticas medidas para frenar la invasión soviética.

El jefe de la Policía de Fronteras de Storskog, en Kirkenes (Noruega), Hugo Overgaad, y responsable de la seguridad de los 196 kilómetros de frontera con la Unión Soviética, no tiene dudas de que su Gobierno tendrá que ayudar a los ciudadanos soviéticos que quieran entrar en Noruega. "No me puedo imaginar otra cosa. Refugiados económicos son una cosa y hambrientos otra muy distinta".

El temor ante el movimiento migratorio soviético se discute también intensamente en Finlandia y Suecia.

Finlandia tiene una política extremadamente restrictiva en materia de refugiados. De 49 peticiones de asilo del año pasado sólo fueron aceptadas 13.

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