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Crítica:DANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un inesperado concierto de danza

Grande Luciana Savignano, Marco Pierin y Gheorghe Iancu, del teatro Scala de MilánLa noche del martes el teatro Albéniz programó, tras su función habitual, un sorpresivo Encuentro con tres figuras del ballet del teatro Scala de Milán. Con la sala a medio llenar de un público invitado dispuesto a agradecerlo (incluso con aplausos despistados en las pausas) la veterana primera bailarina Luciana Savignano y sus dos acompañantes, Marco Pierin y Gheorghe lancu, fueron desgranando, sin más soporte que una iluminación mínima, un programa de solos y dúos, confeccionado en función de sus cualidades para la interpretación individual, desviada más hacia la expresión teatral que hacia la brillantez de danza, quizá porque las condiciones de presentación impidieran cuidar la limpieza técnica y ofrecer algo de virtuosismo.La muerte y la doncella fue ejemplo de oficio de la Savignano, y su convincente interpretación subió el tono de danza de esa noche regalada, que a partir de ahí fue perdiendo frialdad hasta terminar con un buen confeccionado paso a dos, Sansón y Dalila, en el que lancu -que sobre todo en las piezas de creación propia dio muestra de su talento personal y capacidad de proyeción- y la Savignano -que sustituye con maestría la pérdida de energía propia de la madurez, por una alternativa de expresión escénica rica- se mantuvieron en el ámbito melódico del dúo operístico, incluso por momentos llegaron a reflejar la intensidad expresiva de la voz.

Butterfly (P

Bortoluzzi /Puccini), Danza rusa (lancu / Chaikovski), Alegría del pueblo (L. Bouy / popular húngara), Yo (S. Gianetti / M. Davis), Andante (lancu / Beethoven), La muerte y la doncella (R. North / Schubert), La Luna (Béjart / Bach), Narcíse (Gianetti / Shostakovich) y Sansón y Dalila (lancu / Saint-Saéns). Teatro Albéniz. Madrid. 27 de noviembre.

Estas dos coreografías, junto al Andante de lancu, fueron lo más resaltable del concierto italiano, en el que también se vieron La luna y Narciso; dos solos cuyo interés depende del brillo del interprete. Savignano proporcionó a la pieza de Béjart un escueta limpieza de líneas y movimientos. Pierin compuso un Narciso blando que no llegó a utilizar su buena figura, aunque fue un atento partenaire de la Savignano en la Butterfly que abrió el programa y también tuvo un buena intervención en el perosanaje popular de las danzas húngaras donde se vio a un Pierin ajustado al ritmo del personaje.

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