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Madrid 1992, ¿capital europea de la cultura?

Hace ya dos años y medio que Madrid fue elegida capital europea de la cultura por el Consejo de Ministros de la CE (mayo 1988). Un año y medio más tarde (noviembre 1989) consiguieron llegar a un acuerdo las diferentes Administraciones afectadas para nombrar el Consorcio Madrid 92 y su comisión ejecutiva (con representantes del Ministerio de Cultura, Comunidad y Ayuntamiento).Hoy sabemos que los principales proyectos de infraestructura cultural, que se habían anunciado para 1992, estarán finalizados, salvo imprevistos, a, partir de 1993 y 1994: reforma del teatro de la Opera, construcción de un auditorio de música por parte de la Comunidad de Madrid, la Casa de las Américas en el palacio de Linares (con un coste de más de 3.000 millones para rehabilitar el edificio), propuesta de un museo de plantas latinoamericanas en la antigua estación de Atocha, etcétera.

Respecto a las actividades culturales programadas para 1992, por lo que conocemos, son una continuación de las que se vienen realizando año tras año por las diferentes Administraciones, a las que se les incorporará el sello COM 92.

Pero veamos algunas cuestiones de fondo.

Como punto de partida debemos preguntarnos para qué sirve a los ciudadanos, para qué el Madrid 92. Evidentemente, el 92 puede quedarse en mera operación de imagen, con la celebración de una serie de actos de prestigio al que asista una minoría (la élite cultural y política) en unos lugares muy determinados del centro de nuestra ciudad. Y en segundo lugar, que se realicen unos cuantos espectáculos masivos con patrocinio público, tipo de los recitales de Madonna o Pavarotti, por ejemplo.

Así, para la mayoría de los ciudadanos, el 92 será algo de lo que tenga noticia por los medios de comunicación, más o menos como un Festival de Otoño de 12 meses de duración.

Esto va en consonancia con la cultura fomentada desde la Administración en los últimos años: elitista, para entendidos y/o personas con posición, y cultura pasiva para consumo de masas -grandes conciertos como los citados, organización de las fiestas de barrio sin participación, primando Ios espectáculos, por citar algunos ejemplos-. A la vez que se Invierten grandes sumas en cultura faraónica, como los 5.000 millones gastados sólo en las últimas obras de remodelación del C'entro de Arte Reina Sofía.

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Creemos que los presupuestos públicos deberían de ir, mayoritariamente, por otro lado: aumento de la infraestructura cultural de los barrios, potenciación de los agentes culturales animadores, favorecer las expresiones culturales de base (grupos de teatro, bandas de música, colectivos de expresión plástica..., a partir de centros culturales de barrio participados por el tejido asociativo, etcétera). '

Estudio a fondo

En este sentido, el 92 debería de haber servido, en primer lugar, para la realización de un estudio a fondo sobre la realidad cultural madrileña, sobre las carencias culturales en las que vive la mayoría de la población.

Veamos algunos datos: según un estudio de Cáritas, más de 900.000 personas de nuestra región son analfabetos funcionales (es decir, no han desarrollado las capacidades básicas de lectura, escritura o cálculo aunque posean conocimientos elementales); de ellos, al menos 80.000 son analfabetos absolutos. De los 128 barrios administrativos en que está dividido el municipio de Madrid, en apenas 30 de ellos existe un centro cívico o cultural (con biblioteca, que realice actividades estables ... ), y estamos hablando de barrios con una media de población superior a 24.000 habitantes. En el proyecto de presupuestos municipales para 1991 está prevista, en el terreno cultural, la creación de una nueva biblioteca.

Esto nos muestra algo de la otra cara de la moneda. Evidentemente, si no fuera por las actividades socioculturales que desde hace bastantes años vienen realizando el millar largo de entidades ciudadanas de ámbito local que funcionan en nuestra ciudad (asociaciones de vecinos, juveniles, culturales, movimiento ecologista, feminista, estudiantil, etcétera), el panorama sería de auténtico desierto cultural, muy a pesar del afamado eje de la Castellana.

Jornadas, debates, cursos, publicaciones, radios, fiestas y organización de actos culturales de todo tipo (música, teatro, exposiciones ... ) son algunas muestras de la producción cultural de los movimientos sociales madrileños. El Madrid-capital cultural quedará claramente incompleto si no le da cabida y no cuenta con la experiencia de estas entidades.

Por ello creemos que la Administración, después de dos años y medio, tenía la obligación de haberse dirigido a la sociedad civil para hacerle partícipe de la designación. Y realizar una campaña de incentivación ciudadana que diera como fruto una programación cultural descentralizada y una organización democrática del Madrid 92-(qué menos que planificar la realización de una muestra mínima de actividades culturales en cada barrio de Madrid, en colegios, centros de todo tipo, calles y plazas ... ).

Por estos motivos (falta de participación, retraso en la programación, concepción institucional y oficialista de la gestión cultural... es por lo que algunas organizaciones ciudadanas y políticas hemos decidido promover la Plataforma Cívica Madrid 92, cuya primera actividad pública será una campaña de información y recogida de iniciativas culturales desde los centros de enseñanza, instituciones culturales, locales de asociaciones, etcétera, para que también los ciudadanos opinen sobre el 92 y hagan sus propuestas.

Madrid y su cultura bien se lo merecen.

Tomás Alberich es secretario de la Coordinadora de Asociaciones Culturales de Madrid (Coacum).

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