"La peseta esta muy elevada y el dólar volverá a su sitio"
JUAN CRUZ, El tendero experto en cerámica de Talavera desconocía que Daniel Bell, sociólogo norteamericano que en su origen ruso se llamaba Daniel Belotzki y que en los últimos años ha sido catedrático en Harvard, es uno de los máximos expertos del mundo en prospectiva económica: asesora a los japoneses, resulta un guru para los españoles y en los Estados Unidos sorprendió hace 40 años anunciando el fin de las ideologías.
Como especialista en el futuro de la economía, se ha sorprendido de los precios españoles, ha deducido que la peseta tiene que regresar al orden del que ha salido y ha pronosticado el futuro del dólar: "Volverá a su sitio".
Maquiavelo decía que el hombre nunca sabe cuándo limitar sus esperanzas. Baudelaire decía que había que ir hasta el fondo para explorar la novedad. Einstein se preguntaba quién había descubierto el agua: "No se sabe la respuesta, pero seguro que no fueron los peces".
Para ilustrar el carácter de motor de la inteligencia que tiene la ignorancia, Bell usa esos argumentos ajenos y añade uno propio: "Cuando yo era periodista hice una entrevista a un personaje que me explicaba cosas que yo no entendía, y así se lo hice saber. Harto de escucharme pedirle más explicaciones mi interlocutor me dijo que yo era tonto. Sí, soy tonto, pero quisiera que me explicara mejor esto porque si no lo entiendo yo jamás podré explicarlo".
Dudas de sus alumnos
Con sus alumnos le ocurrió una vez algo similar sobre la ignorancia: "¿Por qué ha de decirnos usted lo que debemos estudiar?, me preguntaron. Y yo les respondí: 'Porque ustedes no saben lo que desconocen. Y si no conoces adónde vas cualquier calle te llevará allí".
Como el Mister Chance de aquella célebre película en la que Peter Sellers hacía de jardinero ignorante y perplejo que se convertía en el principal asesor del presidente de Estados Unidos, Bell hace todas esas consideraciones antes de hablar de economía.
-¿Cómo encuentra usted la peseta? -le preguntamos finalmente.
-Pues francamente sobrevalorada. Mi mujer me pidió que le comprara un plato de cerámica de Talavera, idéntico al que se llevó el año pasado y resulta que ahora cuesta el doble. El dólar está demasiado barato, la peseta está por encima de lo que vale y todo está carísimo.
-¿Ha sentido en efecto ese encarecimiento?
-¿Lo he sentido? ¡Lo he visto con mis propios ojos!
-Y qué va a pasar?
-Que todo volverá a su sitio.
-¿Incluido el dólar?
-Incluido el dólar. Ahora a todo el mundo le interesa que el dólar esté barato porque todos los bienes del mundo se cotizan en dólares y a nadie le interesa que el impacto en los precios sea mayor.Un banco único europeo ayudará a resolver los problemas de desfase que hoy tiene el dólar. "Es necesaria una reorganización del sistema monetario mundial que comenzará cuando haya un banco europeo único".
Daniel Bell cree que esa unificación bancaria le conviene a los Estados Unidos y la reorganización del sistema monetario es necesaria "para que se estabilicen los tipos de cambio en todo el mundo".
"La estabilización de los tipos de cambio entre el yen, el dólar y la moneda europea va a facilitar", según Bell, "el movimiento de capitales y es ineludible que vayamos a un sistema de cambios más estables".
-¿Y qué ha ocurrido para que todo se haya distorsionado?
-Lo que ha pasado en estos últimos años -dice el profesor Daniel Bell- es que la economía real se ido distanciando de la economía monetaria. La economía ha estado dominada por los grandes flujos de capital y ello ha hecho que se disloque. Ha llegado a ser así hasta tal punto que se han producido dos crashes bursátiles.
Así que la condición necesaria para que el mercado se estabilice es que se acerque la economía monetaria a la economía real. En Japón se está consiguiendo gracias precisamente a esos crashes bursátiles, y en los países de Occidente pasará lo mismo. Cuando se arregle esta cuestión el dólar volverá a subir.
La histeria económica que ha producido la invasión de Kuwait y la consiguiente impresión de que Occidente pasa a depender de la energía controlada por Irak es consecuencia de la preocupación que existe sobre la dependencia energética que se produce en el mundo.
"Y no nos damos cuenta de que hay energías que se sustituyen y acaso ésta es la última guerra sobre fuentes energéticas naturales: la esencia de las nuevas tecnologías nos hacen cada día menos dependientes de los recursos naturales, y eso pone sobre la mesa una situación totalmente inédita en el mundo, y lo veremos".
El otro gran asunto contemporáneo, el fracaso del socialismo real en los países del Este, recibe por parte de Daniel Bell una consideración tajante: "No fracasó, puesto que nunca existió el socialismo en el Este: nunca hubo allí una economía planificada"
Era el último imperio y ha caído con estrépito y ante la estupefacción, dice Bell, de todos aquellos que pensaron que estaba sólidamente planificado: "No lo estaba: por eso ha caído. No había cimientos".
Sobre la crisis económica del imperio restante, el imperio norteamericano, el profesor Bell tiene un diagnóstico: "Todo comenzó con la aparición de una serie concatenada de recesiones regionales que han ido de una zona a otra del país hasta afectar prácticamente a la economía de todos los Estados, excepto 16 que fueron los que mantuvieron la nación. Por otra parte, Estados Unidos estaba gastando más de lo que recibía y no pudo paliar el déficit ni siquiera ahorrando en el gasto militar, porque surgió la guerra. Y ahora existe una deuda que se convierte en una patata caliente que los padres van a dejar en manos de los hijos. Y los hijos tampoco la podrán pagar. Finalmente, las cajas de ahorro norteamericanas han protagonizado una crisis que se produjo porque se dedicaron a dar créditos de alto riesgo que luego no pudieron sufragar y causaron al Estado una pérdida de medio billón europeo de dólares".
¿Ser optimista hoy es un pecado o un diagnóstico? Bell cree que la economía "es la guerra por otros medios", y parece que en su fuero interno ésa es la única guerra que prevé. Pero sobre su esta do de ánimo concreto vuelve a ser el filósofo que es cuando no se le pregunta por el estado del dólar, o de la peseta: "El optimismo es una filosofía y el pesimismo es una manera de ser. Yo soy un pesimista".
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