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Desarticulada una red que robaba coches para desguazarlos y convertirlos en chatarra

Un hermano de la diputada popular Loyola de Palacio actuó como improvisado detective y facilitó la pista que poco después permitió a la policía desmantelar una organización que se dedicaba a robar coches en plena calle para desguazarlos y venderlos como chatarra. La banda estaba integrada por 17 personas de origen gallego y portugués que vivían en caravanas.

Las investigaciones policiales se iniciaron el pasado sábado, después de que Luis de Palacio declarase que había localizado su automóvil Citroën GS, matrícula M-6239-AU, en un descampado de la calle de La Raza. El hermano de la diputada por Segovia explicó que tenía el vehículo estacionado en la calle del Comandante Franco, cuando una persona le avisó de que unos desconocidos lo habían cargado en un camión Avia y habían partido en dirección a la plaza de Castilla.De Loyola se convirtió en detective en su propio beneficio y, tras dar unas vueltas por la zona, localizó el camión. Decidió seguirlo hasta un descampado plagado de turismos desguazados. A continuación requirió la intervención de agentes de la comisaría de San Blas, que detuvieron a Genaro Machado Pereira, de 24 años, y a Juan Ramón Pombo Sende, de 25, cuando acababan de descargar el Citroën GS.

La policía detuvo en dicho solar y en otro en la carretera de Vicálvaro, detrás de una fábrica de quesos, a otros 15 supuestos implicados en los hechos. Los portugueses Joao Abidio Dosantos, de 45 años, y José Antonio Maciel Rodrigues, de 23, y los españoles Fernando Machado Pereira, de 22, y Avelino Santos Toribio, aparecen como los principales encartados, según la Jefatura Superior de Policía. Los demás detenidos, algunos de los cuales se dedicaban a la mendicidad, sólo colaboraban con la banda.

Los agentes han encontrado en los solares restos de 40 coches, entre ellos cuatro matrículas de vehículos robados. Según fuentes de la investigación, la organización recorría las calles de Madrid y sustraía automóviles, después de pincharles las ruedas y romper los cristales para dar la sensación de que retiraban vehículos abandonados e inservibles. Sin embargo, los delincuentes desguazaban los turismos y vendían las piezas más cotizadas, mientras que el resto lo convertían en paquetes de chatarra.

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