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GENTE

André Agassi

Un provocador de 20 años, nuevo maestro del tenis mundial

Nick Bollettieri, el forjador del fenómeno Agassi, dialogaba una tarde bajo el cálido sol de Florida con una de las muchas madres que frecuentan su escuela de tenis en Bradenton."Usted produce jugadores verdaderamente fantásticos. André, por ejemplo, es buenísimo. Sí se cortara el pelo, sería verdaderamente adorable", comentó la mujer. "Sí, pero también sería cinco millones de dólares menos rico", respondió tajante Bollettieri. La anécdota retrata la eterna duda, dolorosa como una espina, que todavía maltrata la carrera de este peculiar deportista. ¿Es Agassi un payaso o un buen jugador? ¿Su comportamiento, odiado por muchos, adrrúrado por míles, es hipócrita y calculado o destilado de una personalidad inabarcable, contradictoria y genial?

El triunfo que obtuvo el domingo en el Masters de la ATP disputado en Francfort, al derrotar en la final al número uno del mundo, el sueco Stefan Edberg, prueba su calidad como tenista. Fue el mayor éxito en los tres años de carrera profesional de un joven de 20 años que ha alcanzado el número cuatro del ranking después de ganar anteriormente 11 torneos y decorar su tumultuosa irrupción en las pistas con dos finales del Grand Slam, Roland Garros y el Open de EE UU.

Sin embargo, otros detalles hablan de un personaje dado al gesto altanero y grandilocuente. Teóricos de la personalidad encuentran en su lugar de residencia, Las Vegas, y en su padre, Emmanuel Agassi (su apellido original era Agassian), antiguo boxeador iraní reciclado en el mundo del espectáculo, las causas de su pelo largo, teñido y descuidado, su ropa fluorescente, sus uñas a veces pintadas y sus polémicas declaraciones.

Lejos parecen quedar gestos discutibles, como escupir a un árbitro durante el Open de Estados Unidos, o agarrar con la mano, en vez de devolver con la raqueta, una pelota de Martín Jaite en un partido de Copa Davis, o tratar con injustificada ironía a un grupo de periodistas paraguayos que le interrogaron sobre una tentativa de golpe de Estado. "No sé ni cómo se escribe algo así", dijo.

Un año nefasto, 1989, en el que sólo ganó un torneo (Orlando), pareció dar la razón a sus cnticos, que vieron confirmada la teoría de que Agassi era un triste caricato. La experiencia, terrible para el joven, fortaleció su personalidad y pulió su carácter. "Llegué a pensar en la retirada, en las razones que llevan al suicidio", confesó.

Sin embargo, todavía es capaz de proclamar, como hizo en Francfort, que es el mejor tenista del mundo. "En 1992 jugaré el mejor tenis que jamás se haya visto", -añadió. Al mismo tiempo, es capaz de reafirmar su amor a Dios - "su vida es lo más interesante que jamás he conocido" y su desapego por el dinero. Su negativa a participar en la multimillonaria Copa del Grand Slam, al margen de conmocionar al tenis mundial, acalló a los que criticaron su afán de lucro cuando cambió de raquetas por 600 millones de pesetas.

La revista de quinceañeras norteamericana Seventeen lo destacó como uno de los 10 hombres más apasionantes de la década, pero Agassi, quien a los cuatro años jugó su primer partido con Jimmy Connors, pretende escapar a la etiqueta. Su triunfo en Francfort parece haberlo serenado. Incluso está dispuesto a participar en Wimbledon, donde sólo se admite vestimenta blanca. De momento, ha anunciado una nueva línea de ropa deportiva, diseñada para Nike por lan Hamilton, que estrenará en Roland Garros. Sin embargo, según anunció, será "mucho más discreta"

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