El policía acusado de robar a dos emigrantes es hijo de un coronel
Miguel Bauzá Cotillas, el funcionario del Cuerpo Nacional de Policía acusado de robar el pasado lunes a dos refugiados, fue puesto ayer a disposición del juez de Instrucción de guardia. Según fuentes policiales. El agente, que es hijo de un coronel del Ejército, ha reconocido que desde hace tiempo consume heroína y cocaína, drogas que inhala por la nariz y nunca se inyecta por vía intravenosa. Además suele tomar Rohipnol, Buprex y otros fármacos psicotrópicos.
Los inspectores de la comisaría del distrito de Mediodía están tras la pista del "hombre rubio, con bigote y de cara rojiza" que acompañaba a Bauzá cuando éste robó 650.000 pesetas y sus pasaportes al argelino Makhlouf Bennamar y al palestino Omar Bencherie, en la céntrica calle de Fuencarral.
Las pesquisas encaminadas a la identificación del "hombre rubio" tropiezan con dificultades, debido a que el policía corrupto ha manifestado que no conoce el nombre de este individuo. Fuentes de la Jefatura Superior de Policía creen que dicho cómplice no es funcionario, sino un amigo al que Bauzá convenció para asaltar a los emigrantes por pensar que éstos eran traficantes de heroína.
La pistola sin marca del calibre 22, así como el revólver British Constabulari encontrados en su piso del número 5 de la calle de Jabirú, pertenecían al padre de Bauza, que era coronel del Ejército, y a un tío carnal que también era militar, según han comentado medios allegados al caso. Dichas armas las poseía de forma totalmente ilegal, ya que no disponía de la preceptiva guía de pertenencia.
Pasaportes en la basura
El agente toxicómano ha relatado que los autorradios y los otros aparatos descubiertos en su vivienda los compró en el Rastro, mientras que los pasaportes extranjeros los encontró tirados en la basura de las comisarías de Latina y Estrella, donde ha estado destinado.Bauzá estaba separado del servicio e inhabilitado para el mismo desde que el pasado mes de julio fue acusado de haberse apropiado de un automóvil que había alquilado en una agencia y luego se había olvidado de devolver. "En el verano anduvo por aquí con un cochazo blanco muy bonito", recuerdan los vecinos de la calle de Jabirú.
Asunción G. V., la mujer del agente, de la que éste se había separado recientemente, trabaja como auxiliar en la farmacia del hospital militar Gómez Ulla. Ayer no quiso hacer ningún comentario sobre el caso protagonizado por su ex marido, con el que hasta ahora seguía compartiendo el mismo piso, en unión del único hijo habido en el matrimonio.
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