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La "'chabola' de la izquierda

Los pequeños partidos descartan la 'casa común' del PSOE, y los trotskistas buscan la unidad

La izquierda radical se siente huérfana, pero se niega a ser adoptada. Los pequeños partidos de izquierda extraparlamentaria y no nacionalista prefieren seguir en su casa, aunque sea una chabola, antes que irse a la común que ofrece el PSOE. Buscan alternativas, y algunos como los trotskistas Liga Comunista Revolucionaria (LCR) y Movimiento Comunista (MC) caminan hacia la unificación. Aplauden el derrumbamiento del socialismo real y creen en la revolución aunque no sea elegante llamarse comunistas. Saben que la toma del palacio de Invierno "no queda a la vuelta de la esquina".

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"¿Quién va a gritar '¡Abajo el Estado!', cuando el Estado son la pensiones, la Seguridad Social la enseñanza gratuita?", se pregunta Luis Lindosa, secretario general del sindicato anarquista CGT. El dirigente de los liberta rios renovados, separados de la histórica CNT, ve que "la reali dad ha desbordado a las ideas" "Las doctrinas se quedan obsole tas, pero las grandes cuestiones como la injusticia, siguen vigen tes. La única alternativa es perseverar, dar respuestas concretas con los medios que haya en cada momento", apunta. Ser re volucionario se ha puesto algo más difícil."Antes los proletarios eran los buenos, y los burgueses, los malos. Ahora las cosas no están tan claras, y todo sucede tan deprisa que cuando te empiezas a explicar un fenómeno ya está pasando el siguiente", añade el anarquista. A su juicio, la oferta de casa común -término acuñado por Gorbachov en referencia a Europa- es "una mentira inteligente del PSOE". "Ese partido, primero hizo polvo a la izquierda, y ahora pretende comprarla a precio de saldo", apunta.

Como los an arco sindicalistas, los partidos de extrema izquierda no nacionalistas muestran un rechazo unánime a la hogareña oferta de la casa común, a pesar de la carestía de la vivienda política.'Cuartel común'

Reconocen que una cierta unidad es necesaria, pero se presenta muy lejana. Les duele el voto masivo al PSOE y la poca militancia propia. También lanzan duras críticas contra la coalición Izquierda Unida, aunque su líder y secretario general del PCE, Julio Anguita, haya denostado igualmente el ofrecimiento habitacional del PSOE, que califica de ciartel común. La única excepción es el Partido de los Trabaja dores de España-Unidad Comunista (PTE-UC), que dirige Santiago Carrillo. "Entrar en la casa cotnan es cuestión de tiempo. De ben cumplirse dos condiciones: reconocimiento del papel que he mos desempeñado los comunis tas apertura de un proceso de colaboración que permita superar los recelos", explica el secretario general del PTE-UC, Adolfo Piñedo.

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Otros comunistas, igualmente escirididos del PCE, mantienen la postura contraria. Son los mier:ibros del Partido Comunista de los Pueblos de España (PCPE). Se siguen definiendo como marxistas-leninistas, aceptan el fracaso de la URSS y aseguran que el calificativo prosoviéticos nunca les cuadró. Su secretario de organización, Quim Boix, sabe que la toma del palacio de Invierno o la del de La Moncloa no está a la vuelta de la esquina, pero mientras haya eapitalismo seguirá existiendo la lucha de clases".

Los grupos de izquierda radical tratan de hacer una política pegada a la calle, o "desde el punto de vista de los hechos polvo", como dice uno de los dirigentes de la LCR, Miguel Romero. Intentan estar ojo avizor para descubrir el descontento popular. Sus campos de acción más frecuentes son las coordinadoras y plataformas antimili, ecologistas, feministas, etcétera, si bien algunas formaciones se centran en el mundo laboral.

Los 'trotskos' y 1992

Los modelos han caído, pero la historia no ha terminado. El PCPE ya no puede mirar a la URSS, y el Partido Comunista de España Marxista-Leninista (PCEml) reconoce que "Albama está tocada del ala", pero aún se puede actuar. Así se expresa Pablo Mayoral Rueda, dirigente de un partido que sigue admitiendo el calificativo de proestalinista. "La casa común de la izquierda real no es la del PSOE, porque él no es la izquierda. Es algo aún muy lejano, pero si no la hacemos, demostraremos nuestra incapacidad", afirma. Mayoral piensa que "la revolución hoy es una alternativa para mañana".

Los partidos maoístas, excepto Unificación Comunista de España, son una especie en extinción. Los trotskistas se mantienen divididos. Dos de ellos, el MC y la LCR, trabajan para lograr la unificación "antes de 199T', coinciden sus respectivos dirigentes, Javier Álvarez Dorronsoro y Miguel Romero. Esta iniciativa no afecta al ala obrera de los trotskos: el Partido Socialista de los Trabajadores (PST), el,Partido Obrero Sociall sta Internacionalista (POSI) y el Partido Obrero Revolucionario de España (PORE). "La revolución es cuestión de tiempo y de trabajo obrero", piensa Aníbal Ramos, del PORE. No obstante, todos coinciden con Ángel Luis Parras, dirigente del PST: "Es mucho más digno vivir en chabola que en una casa que es un antro".

Sin Franco, mejor

No todos creen que contra Franco se luchaba mejor. "A pesár de que existía un enemigo, común, era mucho más dificil pelear en la elandestinidi,d de la dictadura que en la d,cmocracia", mantiene Pablo Mayoral (PCEml).Sin embargo, hay coincidencia en la dificul tad de propa,gar sus mensajes en una época en la que el calificativo comunista está desacreditado y el sistema capitalista parece haber ganado la batalla. Les salpica la crisl s del Este, aunque no hubieran compartido el modelo de socialismo real. "Al ver que se derrumban las alternativas, la gente se vuelve más escéptica y tiende apensar que no hay otras soluciones distintas a las ya conocidas", apunta Javier Álvarez Dorronsoro, del MC.

"Es cierto que la rebeldía general de hace años está adormecida, pero sí se consigue dar respueta ante injusticlas o problemas concretos", añade Joaquín Nieto, miembro directivo de la LCR y del sindicato Comisiones Obreras.

La izquierda radical aún paladea las movilizaciones anti-OTAN, estudiantiles y la huelga general del 14 de diciembre de 1988. "No faltan motivos de protesta, sólo hay que aprovechar las coyunturas, como ahora el envío de barcos al Golfó", mantienen.

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