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'Porno'

Las televisiones emiten cine pomo para aprendizaje de mayores y pequeñitos. Si no fuera porque, bien analizado, es un escándalo, la decisión de meter pornografía en los hogares constituiría un servicio público de inestimable valor.Mucha gente no sabe que el ejercicio amatorio admite infinitas posibilidades. Mucha gente creía que el ejercicio amatorio sólo se hace en decúbito supino, una pata por donde la cómoda, la otra por donde el galán; o en decúbito prono, también llamado "ponte mirando a Getafe, que te enguilo". En cambio, ahora ya tiene donde elegir. Está, por ejemplo, el verriondo truchimán. Él aguarda debajo de la cama, ella dice picardías, y, el verriondo truchimán, al sentirse excitado, horada el somier, no es necesario explicar con qué. Está el merodeo de catre en pedicoj, que efectúa ella desnudita, y, cuando él entra en situación, ella se sube a la lámpara y se deja caer sobre la situación, a plomo. Están también la coyundaal husmeo, a topa-carnero o al brinquillo, y mejor aún pegando corvetas, pues en una de esas aparece delante de los ojos el bacinete, y permite comprobar si se encuentra en perfecto estado de revista. Pero nada como el salto de¡ capullo. Él se encarama al armario, ella se recuesta en una maleta de madera y exclama "¡Atento, Mariano!", él (que no se llama Mariano) se tira desde lo alto gritando "¡Samuraaal!", ella se aparta, él cae en picado e incrusta en la maleta la cabezota, ella abre el armarlo, 3, sale Mariano, que en un periquete da buena cuenta de él y de ella, por turno riguroso.

Muchas otras maneras hay, según enseñan las televisiones. Sin embargo, tras un concienzudo estudio de las escenas pomo, se ha podido comprobar de manera fehaciente que sus protagonistas jamás utilizan preservativo. Lo cual es un escándalo, porque los chavales, influidos por este mal ejemplo, empiezan a tener críos por las esquinas, y luego se creen que vienen de París.

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