Una tarea de hombres y mujeres
Considera la autora del artículo que el feminismo constituye una seña de identidad del ideario socialista. La lucha por la igualdad de oportunidades entre hombre y mujer forma parte esencial de la lucha contra las desigualdades. Insiste la autora en la imposibilidad de resolver los problemas que afectan a la mujer al margen de una respuesta política global, lo que implica avances en la modificación de las formas de trabajo, vida, convivencia y mentalidad.
Hay que plantearse cuál va a ser la política que el partido va a desarrollar en los próximos años en lo que atañe a las mujeres, y con ello a lo que atañe al conjunto de la sociedad española desde esta perspectiva.En nuestro país, los avances en los últimos años han sido espectaculares debido tanto al desarrollo económico y social del conjunto de la sociedad como a la actitud de las propias mujeres y a la capacidad del partido y del Gobierno para adaptarse a las nuevas demandas.
Se ha configurado así la situación siguiente: existe una creciente conciencia del conjunto de la sociedad sobre los derechos de las mujeres, una mayor sensibilidad ante situaciones injustas o degradantes para ellas y la creencia de que la integración completa de la mujer al mundo laboral, social y político es un proceso imparable. Se ha venido a llamar a esta situación compleja feminismo difuso.
Por otra parte, existen numerosas mujeres organizadas en colectivos o asociaciones que, aunque dispersos, logran ser protagonistas en determinados momentos de las respuestas más netamente reivindicativas ante determinadas injusticias; su eficacia es más reducida en tareas constructivas que requieren una mayor organización, trabajo sistemático y colaboración con otros colectivos o con los distintos niveles de la Administración.
Finalmente, hay que señalar que el balance de lo realizado por el Gobierno y el partido en los últimos años nos hace líderes de facto en el tema de la defensa de los derechos de la mujer y de la puesta: en marcha de todo tipo de medidas para mejorar su situación global.
El feminismo, tal y como consta en el documento del Programa 2000, constituye ya hoy una señal de identidad del socialismo. La lucha por la igualdad de oportunidades entre hombre y mujer es parte esencial de la lucha contra las desigualdes. La situación de la mujer es el resultado de un problema estructural, y como tal merece una respuesta política global. El tema de la mujer pasa así de ser un tema sectorial a ser una cuestión política, de ser un problema sólo de mujeres a ser un trabajo de hombres y mujeres, y del conjunto de la sociedad.
Otra cuestión fundamental es la del papel renovador que las mujeres pueden y deben desempeñar en el seno de los partidos, en la vida económica y social, aportando nuevos valores a la cultura y ética políticas y nuevas formas de concebir el trabajo y las relaciones interpersonales.
Una sociedad distinta
La sociedad que resulte de la plena y consciente incorporación de la mujer a todos los ámbitos será distinta de la que tenemos ahora o de aquella que podría resultar sin la presencia activa de las mujeres.
En este sentido es fundamental avanzar en el aspecto más constructivo del quehacer feminista para poder trabajar con los aspectos más generahzables de la problemática de la mujer, y aportar al debate general aspectos de la vida política que sólo la mujer puede aportar.
El feminismo socialista se define como un proyecto que quiere llegar a la mayoría de las mujeres españolas. A la mujer real con sus problemas reales, con un proyecto cada vez más próximo a sus necesidades, a través de un mensaje y un quehacer de mejora de su calidad de vida, de profundización en su libertad individual y de participación plena en la vida social. Todo ello dentro de un proyecto de progreso económico y social como el que defiende el socialismo.
Gracias al trabajo realizado en los últimos años, muchos de los aspectos específicamente discriminatorios para la mujer han sido superados desde el punto de vista legal. Nuestro objetivo debe ser ahora el de avanzar con la máxima rapidez hacia la igualdad de oportunidades real. Esto implica avanzar en la modificación de las formas de trabajo, de vida, de convivencia y de mentalidad de nuestra sociedad, dado que la situación de la mujer responde a un problema estructural que se hace especialmente patente ante el reto de 1993, profundamente condicionado a su vez por las recientes transformaciones en los países del Este.
Las condiciones de la realidad no se cambian exclusivamente con las leyes, ni con un solo partido político, ni aun desde el Gobierno. Toda la sociedad debe implicarse en este proceso transformador.
De acuerdo con estos planteamientos, creemos que del próximo congreso debería salir el mandato de elaborar, diseñar y poner en marcha un pacto social para la mujer impulsado por el PSOE. Un pacto que permita consensuar unos mínimos con las fuerzas parlamentarias y sociales, con las asociaciones antiguas y nuevas, y que permita movilizar, alrededor de determinados aspectos de la educación, la vida laboral y la atención a la familia, las energías y voluntades de muchas personas. Creemos que las y los ciudadanos van a comprender este mensaje unificador que va a redundar en una profunda transformación de la vida de todos.
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