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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El veredicto de la inmensa mayoría

LOS VASCOS han tenido oportunidad de elegir a sus representantes de entre una amplísima gama de posibilidades. Todas las opciones, incluidas las que combaten el sistema por métodos violentos, han tenido ocasión de exponer sus ideas y de ofrecer sus alternativas con plena libertad. Podrá ahora discutirse del significado de tal o cual aspecto de los resultados de ayer, pero una constatación puede considerarse fuera de toda controversia: la inmensa mayoría de los vascos, más del 80%, se han pronunciado de manera inequívoca en contra de la violencia. Al finalizar la gran manifestación celebrada en Bilbao el 18 de junio de 1989 a favor de "la paz ahora y para siempre", el lehendakari Ardanza exhortó a ETA a "someterse al veredicto de la inmensa mayoría". Ninguna duda puede haber sobre cuál ha sido ese veredicto.La sociedad vasca es plural, y las urnas han vuelto a reflejarlo. No menos de siete formaciones políticas estarán representadas en el Parlamento autónomo. La composición de éste y las posiciones relativas de las distintas fuerzas que han competido por sus 75 escaños apenas experimentan variación. Sin embargo, basta recordar la situación existente tras los anteriores comicios autonómicos para calibrar el cambio registrado en estos cuatro años. Entonces, un PNV con moral de derrota expresaba su deseo de pasar a la oposición para curar sus heridas; Herri Batasuna proclamaba la ruina del Estatuto de Gernika y motejaba de Gobiemo vascongadillo al Ejecutivo de Vitoria; el centro-derecha no nacionalista bebía el cáliz de su marginalidad, y el nuevo partido de Garaikoetxea se preparaba para encabezar una oposición implacable. Ahora, por el contrario, todas esas fuerzas han expresado sin ambigüedad su deseo de formar parte del Gobierno de coalición que pudiera formarse. Hasta HB lo ha hecho, demostrando que sus bravatas no alivian del todo el temor al aislamiento.

Ello significa que la autonomía se ha afianzado y que las instituciones de autogobierno son vistas hoy como instrumentos útiles para satisfacer las aspiraciones de los ciudadanos. Por una parte, fuerzas políticas que fueron reticentes a la autonomía la aceptan ahora como algo natural; por otra, sectores nacionalistas que consideraban el estatuto como un compromiso provisional y como un trampolín para otras metas aceptan hoy sin doblez que es ése el marco político en el que defenderán democráticamente sus ideales.

El ascenso del PNV, claro vencedor de las elecciones, así como el correlativo retroceso de Eusko Alkartasuna, modifican radicalmente la percepción que hace cuatro años se tenía de las expectativas de recomposición de la unidad del nacionalismo moderado. Con 16 y 13 escaños, se trataba de dos formaciones de peso comparable. Ahora el PNV dobla largamente a EA, por lo que la reunificación es mucho más verosímil. Los resultados indican también que, contra lo que se pronosticó tras los anteriores comicios, los partidos que han venido constituyendo el eje de la oposición parlamentaria (EA y EE) han sufrido un desgaste considerable (pierden siete escaños), mientras que los partidos que han compartido el gobierno se han consolidado; y que ésa coalición ha beneficiado proporcionalmente, más al PNV, que sube cinco escaños mientras que el PSOE pierde tres. En el retroceso del PSOE ha tenido segurarnente más influencia la elevada abstención que la eventual fuga de votos hacia el nuevo partido de Damborenea.

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También parece lógico pensar que esa elevada abstención -similar a las de las primeras autonómicas, en 1980- ha favorecido relativamente a HB, cuyo electorado viene siendo el más fiel del espectro vasco. La recuperación del voto de centro-derecha no nacionalista es un síntoma de normalización política, si bien el tradicional retraimiento de su electorado en los comicios autonómicos hace que el PP, pese a triplicar sus escaños de 1986, no alcance el porcentaje de las elecciones generales del pasado año. En fin, la aparición de un partido alavesista que ha conseguido tres escaños -seguramente a costa del PP y del CDS, que desaparece- indica la peculiaridad de ese territorio, el menos nacionalista de la comunidad. Hace cuatro años, la radical incomunicación entre las subculturas identificadas con cada partido hizo que fueran necesarios cerca de tres meses para concluir un pacto de gobierno. Recompuesta la comunicación, diversas combinaciones, todas ellas legítimas, se perfilan ahora como viables. Sin embargo, el hecho de que la formada por el PNV y el PSOE alcance la mayoría absoluta, a la que no llegaría la alternativa integrada por PNV-EA-EE, parece abonar como más probable la hipótesis de una repetición de la coalición que ha gobernado estos últimos años.

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