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Un techo bajo la plaza de España

La Delegación del Gobierno reconoce que aumenta el número de africanos en Madrid

FRANCISCO PEREGIL Cualquier persona que quiera cruzar en una noche lluviosa el pasadizo subterráneo de la plaza de España que conduce hacia la calle de Bailén se encontrará una sorprendente escena: un centenar de africanos alineados junto a las paredes del pasadizo, tendidos en colchones mugrientos y sacos de dormir y envueltos en el curioso silencio que provoca el temor a la llegada por sorpresa de la policía. Si el sorprendido paseante domina el Inglés o el francés podrá hablar con casi todos ellos. Si sólo habla español no hablará con ninguno.

Un tal Mike James -todos dan nombres falsos de resonancia anglosajona- explica en un correctísimo inglés que el pasadizo se comienza a poblar a partir de las nueve de la noche.A las once de la noche no se escuchan más que los pitidos de los coches que pasan casi rozando las orejas de los que duermen en el lado exterior del pasadizo. Ésos son también los que más se mojan si esa noche el viento llega de cara. "Y a las seis en punto de la mañana", explica James, "llegará el despertador que nunca falla: la policía".

El barracón se improvisa en un minuto todas las noches y se deshace en la mitad de tiempo si la ocasión lo requiere. El pasado jueves a las dos de la madrugada, la ocasión parecía justificarlo: llegaron unos 15 jóvenes africanos (los de Raúl Vallés) gritando "police, police". Era sólo una broma, pero en un instante se habían despertado todos y se habían recogido más de 50 sacos de dormir.

Los chicos de Raúl Vallés regresaban de una concentración en la Plaza de la Villa, en la que habían pedido una vez más alojamiento en la Casa de Campo y la dimision del concejal de seguridad, Fernando Bocanegra.

La lluvia de octubre ha unido más a los africanos de la Plaza de España. Si hasta hace una semana dormían desperdigados por los jardines de Sabatini en grupos de cinco o diez, ahora son más de cien los que se hacinan en el pasadizo de la calle de Bailen. Ninguno sabe quién es Ana Tutor ni Elena Vázquez ni Carmen Díaz Marés.

Hace más de 20 días que la delegada del gobierno, Ana Tutor, no se reúne con la concejal de Servicios Sociales, Carmen Díaz Marés ni con la consejera de Integración Social, Elena Vázquez, para buscar alojamiento a los refugiados. Tampoco ha habido contactos durante ese tiempo con los representantes de la Cruz Roja.

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En las tres reuniones que mantuvieron las cuatro partes durante el pasado mes fueron propuestas y desestimadas las localidades madrileñas de Miraflores de la Sierra y Manjirón como posibles alojamientos para estos africanos.

Sin acuerdo

En el último encuentro, la Cruz Roja propuso que el Ayuntamiento cediera terreno en la Casa de Campo y hasta se habló también de ubicar a los refugiados en colegios que habían caído en desuso. No hubo acuerdo y nada ha cambiado hasta hoy.

La Comunidad, la Cruz Roja y la Delegación del Gobierno aseguran que la pelota está en el tejado del Ayuntamiento. La concejal de Servicios Sociales, Carmen Díaz Marés, afirma que está buscando terreno donde la Cruz Roja pueda instalar casas portátiles. "Pero cuando se alojen a esos cien, llegarán otros tantos, porque el problema proviene de la Delegación del Gobierno que es la que concede los visados", agrega la concejal.

Mientras tanto, fuentes de éste último organismo reconocen que el último recuento, efectuado hace diez días por la Brigada de Documentación de Extranjeros, reflejaba que el número de africanos va en aumento. "Hace 10 días contamos 85 y ahora pueden situarse en 100 aproximadamente", indican en la delegación.

Entre tanto, Felicia Asenso, una joven nigeriana, asegura también en inglés, que su situación cada vez es más insoportable. "No tenemos ropas, ni mantas, ni medios para asearnos".

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