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Los productores de cine encuentran en los estudios de Moscú un Hollywood mas barato

La industria cinematográfica de la URSS intenta competir con los platos internacionales

Los estudios Mosfilms, en Moscú, los más importantes de la Unión Soviética, ocupan 38 hectáreas. Desde los tiempos de Eisenstein se han rodado cientos de películas, y en los últimos 40 años más de 300 coproducciones. Pero ahora los estudios han entrado en una nueva etapa de glásnost y perestroika que está obligándolos a modificar sus sistemas de producción propia, además de a iniciar una campana para darse a conocer como uno de los lugares más baratos del mundo para rodar grandes producciones. Aunque los edificios distan mucho del lujo de los de Hollywood, se han convertido, para la gente del cine, en un paraíso. En la actualidad se ruedan cinco coproducciones con capital soviético, europeo o norteamericano.

VIadimir Dostal, director de Mosfilms desde 1986 -el primer director elegido por votación- y responsable del comité estatal de cinematografía de la URSS, ha encarado esta nueva etapa con una actitud muy crítica hacia la larga etapa de censura que vivió la producción cinematográfica soviética durante las largas décadas anteriores a la perestroika."Hace tres años que empezamos a decir la verdad", afirma Dostal. "Los filmes soviéticos de ahora señalan aquellos aspectos negativos de la sociedad soviética que nos habíamos forzado a ocultar y negar durante décadas. Estamos en el camino de la glásnost y la libertad de expresión, y queremos que todo esto sea expresado con naturalidad, incluso con ironía. Tenemos que pasar primero por esa etapa, para después poder abordar temas y asuntos más amplios como los que demanda el mercado internacional".

Los pasillos y las oficinas de Mosfilms tienen las paredes desconchadas, los muebles muy usados, los suelos de madera secos y viejos. No es Hollywood, pero, según Dostal, aventajan a la meca del cine en algunos aspectos. "Es mucho más barato rodar aquí que en Hollywood, no hay grandes diferencias profesionales ni técnicas. Rodar aquí es cuatro o cinco veces más barato que hacerlo en Estados Unidos".

Louis Stroller, un productor norteamericano que está rodando en Mosfilms un thriller titulado Iconos, producido por una de las majors norteamericana (Largo Entertainment), dice haber encontrado ya algunas de estas ventajas y también algunos inconvenientes. "Es bastante más barato rodar en la URSS que en Estados Unidos, e incluso más barato que en Polonia. El único problema es lograr que entren en el ritmo de producción comercial y hagan una película en dos meses, no en tres años, como lo hacían ellos antes", comenta.

El director soviético Karen Shakhnazarov, que está rodando una película de producción anglo-soviética (Spectator International), El asesino del zar -con el actor Malcolm McDowell (La naranja mecánica) como protagonista-, piensa que éste es un momento privilegiado para los realizadores creativos de su país.

Competir

"Ahora estamos viviendo en un paraíso para los directores de cine", afirma Shakhnazarov. "Con la glásnost ha desaparecido la censura y, por otro lado, seguimos recibiendo dinero del Gobierno para financiar nuestro trabajos, además de contar con una. estructura propia para la producción. Sé que esto cambiará dentro de pocos años y se hará mucho más dificil en cuanto entremos de lleno a competir en el mercado internacional".

"Es cierto que esto se una especie de cuento de hadas, comparado con lo que solía ser", comenta el realizador Alexander Mitta, que está a punto de concluir el filme Perdido en Siberia, sobre los campos de concentración en esta lejana y mítica región, otra coproducción con el Reino Unido. "Pero también es cierto que surgen nuevos problemas. La gente va menos al cine en la URSS. La vida se ha hecho tan dura aquí que cualquier cosa que pongas en una película les impresiona menos que la realidad".

"Pero los directores de cine tienen -tenemos- el deseo de decir lo que no ha sido dicho en el cine soviético, ser los primeros en reflejar el horror y los dramas de estos años de silencio. Y ésa es una gran oportunidad que ahora se nos presenta".

En estos históricos estudios han realizado sus películas desde Serguéi Eisenstein y Dovchenko, hasta Tarkovsky y Konchalovsky. También se han hecho las películas Guerra y paz (1957), dirigida por Serguéi Bondarchuk, y Dersu Uzala (1975), de Kurosawa, ambas ganadoras al Oscar a la mejor película extranjera.

Aparte de estas tres coproducciones anteriormente citadas, se están rodando actualmente en los estudios moscovitas El proyeccionista, un filme dirigido por Amadeo Konchalovsky, sobre el proyeccionista personal de Stalin, con las actuaciones de Bob Hoskins y Tom Hulce, y El asedio de Venecia, dirigida por el italiano Giorgio Ferrara, con Tom Conti e Isabella Rosellini.

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