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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Las dos mitades

TODO PARECE indicar que existe un puente bastante transitado por altos personajes estatales entre las dos Coreas, separadas hasta hace poco por una frontera hermética más próxima al concepto de frente bélico que al de pacífica separación entre dos países. El viaje que acaba de realizar a Pyorigyang, la capital norcoreana, el primer ministro de Corea del Sur, Kang Young Hoori, a pesar de que no ha dado resultados concretos, reviste una significación considerable si se tiene en cuenta que fue la respuesta a la visita realizada a Seúl, a principios de septiembre, por su homólogo de Corea del Norte, Yong Hyong Muk. Estamos, pues, ante un intercambio continuo de visitas, al mayor nivel político, entre dos Gobiernos que hasta ahora se han tratado mutuamente como enemigos.Por lo que se conoce de las conversaciones, cada Gobierno aborda los problemas partiendo de proyectos muy distintos, lo que complica la búsqueda de puntos coincidentes. Corea del Sur propone que los dos Estados se reconozcan el uno al otro diplomáticamente y que al mismo tiempo se fomenten las relaciones mutuas en el plano familiar, cultural, etcétera. Pyongyang, reticente al reconocimiento de dos Estados, adelanta una propuesta -a primera vista poco realista- en el sentido de constituir una "confederación" de las dos Coreas, a la vez que sugiere que la representación única de Corea en la ONU se ocupe alternativamente por uno y otro Gobierno.

Pese a las iniciales diferencias parece perfilarse un espacio de aproximación en la disminución de los armamentos y en otras medidas de seguridad, tendente a consolidar la recíproca confianza. En ese orden, hay que destacar el que en las últimas propuestas de la delegación norcoreana se han tenido en cuenta las objeciones presentadas por Seúl, y ya no se incluye la demanda prioritaria de retirada de las tropas de EE UU que aún permanecen en la península, ni tampoco la desnucleariz ación, punto complementario del anterior. Esta renuncia es significativa, ya que permite buscar el entendimiento en otros aspectos particularmente complejos. Piénsese que Corea, como país, se dividió en dos mitades en 1945. Las negociaciones que ahora comienzan no buscan tanto la unificación como normalizar las relaciones políticas, económicas y sociales entre dos países con un nivel de desarrollo muy distinto y, naturalmente, con muy diferentes intereses.

Por otra parte, no es posible subestimar los acuerdos logrados en el terreno deportivo, con su enorme impacto social. El más importante es el de presentar un único equipo en los Juegos Olímpicos de Barcelona. Además de su Interés para el olimpismo, tal convenio necesita para llevarse a efecto una serie de acciones conjuntas en diversos ámbitos, incluidos el político y el diplomático, lo que permite convertirlo en pieza clave de la normalización de las relaciones.

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Con miras al futuro merecen ser destacados dos hechos; en primer lugar, la decisión de que las dos delegaciones se encuentren de nuevo en Scúl en el mes de diciembre. Las negociaciones siguen adelante y, además, el ritmo previsto es bastante acelerado. En segundo lugar, señalar que la declaración del dirigente máximo de Corea del Norte, Kim II Sung, en el sentido de que está dispuesto a encontrarse con el presidente de Corea del Sur, Roh Tae Woo, no es fruto de la casualidad. Encaja bien con su estilo de gobernar, que no es otro que el de permitir los obstáculos en las conversaciones de rango inferior para, en el momento del encuentro presidencial, posibilitar los acuerdos.

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