Marx resucita en Chapultepec
La izquierda mexicana prepara su asalto al poder.
El último comunista del mundo no morirá en la URSS, sino en él aula de una universidad de América Latina, probablemente mexicana. La frase de Enrique Krauze, subdirector de la revista literaria Vuelta y permanente azote ideológico de la izquierda tradicional, no ilustra sólo la escasa influencia en México del fenómeno del Este de Europa, sino también el hecho aceptado mayoritariamente de que en este país, lejos de cavar su fosa, la Izquierda prepara su asalto al poder.
La estampa del viejo progre, casi desaparecida en Europa, aún frecuenta las mesas-debate del café El Parnaso, en el barrio de Coyoacán, y sus opiniones llenan las páginas de los periódicos y dan contenido a los programas de estudios universitarios. Los antiguos análisis marxistas de Marta Harnecker, que, hoy ejerce discretamente la crítica en Cuba, siguen siendo material de trabajo obligatorio de muchos jóvenes mexicanos.Algo de la tradición de este país favorece la supervivencia de ese sector ideológico. México protagonizó la primera revolución del siglo XX y nunca conoció la convivencia en plena democracia. Vivió a finales de los años treinta, bajo la presidencia del general Lázaro Cárdenas, un Gobierno de corte prácticamente socialista que llevó la revolución hasta sus últimas consecuencias y fue desde entonces patria de asilo de multitud de refugiados izquierdistas de todo el mundo, desde los republicanos españoles hasta los guatemaltecos y salvadoreños de hoy. Todavía es de visita obligatoria para los turistas que llegan a la capital el Museo de Trotski, situado en la casa donde el revolucionario ruso pasó sus últimos días.
Mientras en los dos últimos años caía el muro de Berlín y todos los regímenes socialistas que éste protegía, mientras eran derrotados los sandinistas en Nicaragua, Cuba perdía toda su influencia en América Latina y la guerrilla salvadoreña se convertía a la democracia, en México creció una izquierda, radicalmente nacionalista y ortodoxa en muchos aspectos, que de la mano de Cuauhtémoc Cárdenas, hijo del general Cárdenas, y en alianza con el antiguo partido comunista, se ha convertido en la más seria alternativa a los 60 años de poder indiscutido del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Votos
Del 1% de los votos que respaldaban tradicionalmente al Partido Comunista Mexicano, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) de Cuauhtémoc Cárdenas llegó al 30% en las elecciones presidenciales de 1988 (entonces con otra denominación) y aspira seriamente a la victoria en las elecciones legislativas del año próximo y a las presidenciales de 1994.En opinión de Lorenzo Meyer, director del Centro de Estudios Internacionales del Colegio de México, "la izquierda es alternativa en este país porque está poniendo énfasis en lo que no era de su interés en el pasado: la democracia política". "La condición autoritaria del sistema mexicano", explica Meyer, "es la que hace que la izquierda pueda tomar como bandera un tema legítimo que en otros países ya no es problema, y eso es lo que hace que sea alternativa de poder. Si el debate hubiera que establecerlo sólo en términos de programas económicos, como es el caso de Chile tras la caída de Pinochet, la situación sería muy distinta porque Cárdenas no ha sido capaz .de presentar más alternativa al neoliberalismo que un estatismo que no ha funcionado en ninguna, parte del mundo".
La izquierda mexicana se opone a toda privatización, al acuerdo comercial con EE UU, a las inversiones extranjeras; en definitiva, a toda la política neoliberal aplicada por Carlos Salinas y todos los demás presidentes en el poder en este continente en los dos últimos años.
El programa del PRD se limita sustancialmente a la defensa de la herencia de la revolución mexicana, muy difuminada ya por el transcurso de 80 años desde que los campesinos se levantaron al grito de tierra y libertad. Pero electoralmente eso no parece repercutir negativamente para el PRD. Jorge Castañeda, catedrático de universidad y analista asiduo de los movimientos en la izquierda latinoamericana, opina que "en México y en Brasil es donde menos se ha apreciado la crisis mundial de la izquierda porque la lucha por la democracia fue consustancial a la izquierda, por tanto la izquierda no tiene el problema de ser identificada con el totalitarismo, como en otros países".
Alternativa
Su plena vigencia como alternativa electoral no oculta, sin embargo, las limitaciones de la izquierda mexicana como fuerza política a la altura de los tiempos modernos. Sin concesiones a la socialdemocracia, los socialistas mexicanos recurren con frecuencia en sus mensajes a un populismo y a un antinorteamericanismo que está en franco desuso en otras naciones del mundo. "A diferencia de un país como España", considera Jorge Castañeda, "la izquierda no puede aquí seguir siendo izquierda haciendo la política de la derecha".En cuanto al antinorteamericanismo, también tiene bases sólidas en este país que pecó de proalemán durante la II Guerra Mundial. Lo que Krauze llama un nacionalismo -defensivo inducido por el Gobierno" ha calado en México durante décadas y sirve ahora para que Cárdenas acuse a Salinas de haberse vendido a Estados Unidos.
Sin embargo, desde el declive del socialismo en el mundo ese antinorteamericanismo no es tan hostilmente interpretado por Washington porque, como escribe Castañeda en la revista Nexos, "un Gobierno de izquierda o de centro izquierda en América Latina puede percibirse como uno que acarrea caos económico y trastorno social pero ya no es visto como un inevitable instigador de problemas para EE UU".
Todo el debate sobre la vigencia de la izquierda mexicana ha renacido a raíz. del encuentro recientemente organizado por Octavio Paz y en el que Mario Vargas Llosa, ante la indignación de su anfitrión, calificó a México de "dictadura perfecta".
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