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FESTIVAL DE MÚSICA DE ALICANTE

Opera radiofónica y musica para percusión

Dos estrenos muy diversos cualificaron el lunes musical del festival alicantino: el de la pieza radiofónica Estamos en el aire, de Leopoldo Alas y Juan Pagán, y la Música para cuerdas y percusión, de Xavier Benguerel. La primera es una ópera radiofónica, género que en sus diversas variantes y procedimientos técnicos ha sido cultivado entre nosotros a partir de los años treinta por autores como Bacarisse, Pittaluga, Conrado del Campo, José María Franco, Rafael Ferrer, Cristóbal Halffter, De Pablo, Tomás Marco, Francisco Guerrero, Benguerel y otros muchos.

A todos ellos se suma ahora Juan Pagán (Madrid, 1955) formado en Madrid, Italia y Canadá y buen conocedor y practicante de los medios electroacústicos.Estamos en el aire, producida en colaboración con Radio 2, cuenta con un libreto feliz en ideas y lenguaje original de Leopoldo Alas (La Rioja, 1962), cuya primera aparición en el teatro musical con otra ópera sui generis, Sin demonio no hay fortuna, música de Jorge Fernández Guerra, constituyó un éxito definitivo.

El primer valor que, quizá como hombre de radio, me interesa de Estamos en el aire, es su especificidad radiofónica; ningún otro medio le conviene mejor y la misma trama argumental se encardina en la transmisión de un "múltiple" internacional, en el que un redactor entrevista a un astrólogo y astrónomo, especialista en ovnis, situado en Montreal, y a una psiquiatra estudiosa de la psicofonía que habita en Siracusa. Periodista y astrólogo se enamoran de la científica y la cuestión acaba en sintético drama de celos en el que, al igual que en tanta ópera tradicional, mueren los dos protagonistas apasionados en un encuentro violento, mientras la psicófona escucha las voces errabundas de sus admiradores.

Pagán trata el tema en forma de cinco fases o secuencias, separadas por interludios, precedidas de una obertura y rubricadas por un final; la música está producida por un sintetizador controlado por ordenador y las voces -un tanto deshumanizadas en su continuidad entrecortada que no siempre cuadra con el limpio castellano de Leopoldo Alas-, reflejan más que siguen los condicionamientos de la ópera histórica. El ensayo resulta válido y merecedor de que sus autores profundicen en él, ahora que las nuevas técnicas han modificado tanto los supuestos y el lenguaje de lo radiofónico.

Por la noche, en el castillo de Santa Bárbara, la Orquesta de Barcelona, dirigida por Edmon Colomer, superó notablemente la actuación del venteado día anterior, con lo que Hindemith, con su tríptico sobre Matías Wrünebald, nos llegó preciso, bien ritmado, contrastado y brillante.

Con el alemán compartieron el programa dos autores barceloneses: Leonardo Balada (1933), en sus Fantasías sonoras, escritas y estrenadas en 1987, demuestra mayor atención al segundo aspecto, lo sonoro, que al primero, la imaginación. Xavier Benguerel estrenó su reciente Música para cuerdas y percusión, otro encargo del CDMC, destinadas a Xavier Joaquín, profesor de percusión en el conservatorio de la capital catalana, quien hizo un estreno de extraordinaria calidad. Se trata en este caso de percusiones de láminas" (marimba, xilófono, vibráfono y campanas) a las que Benguerel confía un discurso musical antes que una exhibición virtuosística, siempre en contraste con el grupo de arcos que dialogan con el solista desde diferentes registros y con una cierta preferencia por los graves. Pieza objetiva, muestra un juego de colores precisamente seleccionados que cobran incluso funciones estructurales. El éxito acompañó a todos.

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