Un triunfador

Bernardino Torres Hernández, El Beni, nacido en Salamanca, es un prototipo de triunfador en esta última década de negocios fulgurantes y fortunas fáciles. En 1975 fotografiaba turistas por las calles de Tenerife. Sólo 15 años más tarde, es muchas veces millonario.

Su irresistible ascensión comenzó en el negocio de la hostelería, cuando, hacia 1976, compró La Cueva Romántica, sala de fiestas tinerfeña en la que hasta entonces había ejercido sus habilidades de fotógrafo. Otros locales, como los pubs Calypso y Lili Marlen, en Puerto de la Cruz, o un establecimiento especia¡izado en barbacoas situado en Tacoronte, fueron alargando la cadena comercial de este empresario que llegó a contar con 800 empleados. Todo ello ocurrió en menos de un lustro.

Con Comercial Engade, SA, Bernardino Torres se introdujo en el sector de la ¡mportación y exportación, que indudablemente le abrió nuevos horizontes. Nadie sabe por qué, pero hacia 1982 El Beni fijó su mirada en África y liquidó casi todos sus negocios canarios. Un antiguo camarero de La Cueva Romántíca, llamado Ramón Hernández, fue el principal comprador del pequeño imperio. La policía ha investigado la posibilidad de que este hombre sea un representante de El Beni y de que las supuestas ventas fueran simples cambios de nombre.

En Gambia, la antigua Sierra Leona, país elegido por El Beni como centro de sus negocios africanos, Bernardino Torres desarrolló una empresa minera, una fábrica de ladrillos, un centro comercial, una línea aérea, una flota de arrastre y una financiera, Network Investment Inc., que configura un patrimonio de dificil seguimiento.

Fuentes policiales han indicado que, en 1988, Bernardino Torres se entrevistó personalmente en Lisboa con el jefe del cartel de Medellín, Fabio Ochoa. En los mismos medios se estima que El Beni podría tener relación con los 1.000 kilos de cocaína incautados en mayo de 1988 en Irún, la mayor aprehensión de esta droga en España.