Un siniestro episodio
AL FINAL de todo, la guerra civil que ha asolado a Liberia durante ocho meses y la subsiguiente caída y muerte de su presidente, Samuel Doe, habrá acabado siendo un siniestro episodio de ambiciones y asesinatós. No está aún claro cuál de los cuatro líderes que se disputan la vacante dejada por la ejecución de Doe podrá buscar su enriquecimiento personal, pero sí es evidente quién ha sido el perdedor: el pueblo liberiano, cuya tragedia parece no tener fin.Samuel Doe había llegado al poder en 1980, tras asesinar al entonces presidente Tolbert. Su mandato estuvo caracterizado por el agravamiento de la ya desesperada situación económica del país, el despilfarro y la corrupción de la considerable ayuda estadounidense. A finales de 1989, un Frente Patriótico Nacional de Liberia (FPNL), liderado por Charles Taylor y Prince Johnson, inició operaciones militares que pronto degeneraron en una auténtica guerra civil. Poco después, por razones no explicadas, los dos guerrilleros se separaron y siguieron la guerra por su cuenta. En el mes de agosto, la Comunidad Económica del África Occidental envió a Liberia un contingente de 4.000 hombres; ni siquiera han sido capaces de salir del puerto en el que desembarcaron.
Lo que perseguían los líderes guerrilleros quedó claro a medida que sus fuerzas iban conquistando territorio. El desprecio total por la población civil y su bienestar, la violencia hacia quienes pretendían desarrollar la más elemental asistencia humanitaria y la guerra de tierra quemada son suficientemente elocuentes. Y lo es aún más un detalle repulsivo: según parece, Samuel Doe, capturado y herido, fue largamente torturado por Prince Johnson para que confesara dónde había guardado el dinero público que habría robado durante su mandato. Luego fue fusilado y su cuerpo descuartizado.
La situación en que queda Liberia tras la muerte de Doe es confusa, teniendo en cuenta los cuatro elementos que luchan por el poder. La facción de Charles Taylor, la más numerosa del FPNL (unos 10.000 guerrilleros), controla el 90% del territorio y anuncia que no cejará en sus acciones militares hasta alcanzar la victoria. La de Prince Johnson (apenas 500 combatientes) ocupa la capital; su líder asegura haber asumido la presidencia hasta que sea formado un Gobierno provisional. La del asesinado presidente, cuyo jefe militar, el general Nimley, también asegura haber asumido el poder, y la fuerza internacional, que también ha nombrado un Gobierno interino. Lamentablemente, el final del túnel está aún lejos.
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