El secreto del temple y la ligazón

El mal principio con que se inició el ferial albacetense sólo tuvo una excepción, el temple y ligazón con que se produjo la primera fase de la faena al sexto novillo por parte de Victoriano González. Con este secreto, cada día más difícil de ver por esos cosos de Dios, este debutante paisano alumbró las mejores series en redondos y naturales del festejo. Pese a los nervios de su presentación con caballos fue el menos malo artísticamente del cartel, incluyendo los sacudidos animalejos que saltaron al rubio albero. Cristo González y José Ramón Martín, pese a su mayor experiencia, defraudaron.No defraudó el presidente Constantino González, que volvió a demostrar la misma seriedad que ha caracterizado su estancia en el palco los últimos años. Obligó a los coletudos a que llevasen a los novillos un mínimo de dos veces a los pencos Dio los avisos con puntualidad japonesa. Envió recados a los picadores que se extralimitaban antirreglamentariamente. Y denegó una oreja que la minoría solicitó para José Ramón Martín.

La maldad de los novillitos era intrínseca, porque no estaban adornados con el lujo de la casta, mansurroneaban y se quedaban en la suerte cada vez más hasta aplomarse. Pero no desarrollaban peligro y estos problemas no parecían insolubles. Lo que ocurrió es que, con la excepción ya comentada, los espadas no escudriñaron la única forma de sacarle partido. Y no había otra manera que cruzarse, someterlos y llevarlos muy templados en cada muletazo hasta el punto exacto donde se enjareta el siguiente. O sea, temple y ligazón.

En su lugar abusaron de excesivo bailoteo en general y carreritas enmendando terrenos en particular. Para colmo de males citaban siempre al hilo del pitón y se conformaban con andar por la cara sin la máxima entrega que debe exigírseles.

José Ramón Martín se acercó algo al comentado secreto del temple en el quinto, pero sólo asentó sus pies al final de la labor en el último tercio. Se creyó que había estado sublime por sus gestos de enfado cuando la mayoría del público le pitó al intentar dar la vuelta al ruedo. En el otro novillo se puso muy pesado.

Cristo González no tuvo su tarde y deambuló a medio gas, salvo tres o cuatro bellos y breves apuntes. Más entrega puso Victoriano González, aunque por ser su presentación le traicionaron los nervios. Los nervios y la pésima lidia que llevó a cabo su cuadrilla.