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La guerra

¿Quién quiere la guerra? La guerra no la quiere nadie. La guerra es muerte y destrucción. La guerra es un horror. Excepto locos de atar, nadie desea horrores, destrucciones, muerte. Si hay guerra, en el mejor de los casos uno puede salvarse de que le peguen un misilazo. Pero no sólo es necesario que se libre él del misilazo, sino también su esposa, sus hijos, sus padres, abuelos, tíos, sobrinos y demás parientes, sus amigos y vecinos, los compañeros del taller, o la guerra será una desgracia. Y aun así, puede ser de todos modos una desgracia, porque la guerra es insaciable, expropian para la causa bienes privativos y hasta los cuatro cuartos que tenías ahorrados en una cartillica.La guerra supone un gasto terrible, no sólo cuando caen, las bombas, sino ya antes. Preparar una guerra es la ruina. De un lado, por el armamento, cuyo coste alcanza la mayor parte del presupuesto del país; de otro, por la intendencia. Hay que avituallar a la tropa, dotarla de ropas y utensilios.

Para preparar una guerra son necesarias provisiones ingentes de harina, arroz, garbanzos, lentejas, frutas y verduras, aceite, azúcar y sal, carnes frescas y congeladas, pescados frescos, congelados o en salazón, conservas de todo tipo, leche, líquida y en polvo, yogures, chocolates, galletas, aguas minerales, bebidas refrescantes, tabacos, cerillas; son necesarias provisiones de uniformes, capotes, monos, camisas, pantalones, calzoncillos, calcetines, botas, cordones para las mismas, gorros, preservativos multiuso; son necesarias provisiones de papel, cuadernos, bolígrafos, bolsas, cartonajes, platos, cubiertos, guitas...

La guerra no la quiere nadie, excepto locos de atar, pero sus preparativos, pues, según se mire. Porque quien tenga buen almacenaje de lo dicho y se lo sepa vender a la guerra, va y se forra. Lo cual puede estar ocurriendo ya por ahí, y a lo mejor eso es lo que pasa también.

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